LA AGENCIA DE DETECTIVES

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-Finalmente, por fin he llegado, Hola Yokohama.

Me quedé de pie contemplando la hermosa ciudad, olvidando las 8 horas 35 minutos de viaje en un segundo. El tren salió de la estación yéndose a lo lejos detrás de mi.

-Muy bien, ahora ¿A dónde debería ir?

Habían muchas personas alrededor con un lugar al cual llegar, pero yo, que había venido a esta ciudad por un impulso, estaba totalmente perdido.

Después de unos minutos decidí empezar a caminar hasta dar con algún lugar, mi objetivo parecía alejarse con cada paso que daba ¿Cómo podría llegar a la admirable Agencia de Detectives Armados si ni siquiera sabía en qué parte estaba? Pasé por varios café y tiendas populares; un traje elegante atrapó mi atención desde una vitrina, por lo que me detuve a observar con detalle.

Desde afuera se notaba la calidad de la tela, y lo casual que podría llegar a ser al verlo por unos minutos, rápidamente empecé a fantasear con una imagen mental de mi portando tal atuendo. Mientras mi rostro seguía mirando el escaparate una voz a mi izquierda parecía hablarme.

-Es un buen traje ¿No?

-¿Eh? Ah, si, se ve de muy buena calidad.

-¿Lo quieres comprar?

-No, disculpe, solo estaba mirando... Aunque ¿Me puede decir que precio tiene?

-No lo sé, entra y pregunta.

-¿? ¿No es usted el dueño de esta tienda?

-No, solo estaba pasando.

-¿Por qué preguntaste si lo iba a comprar?

-¿Por qué no?

Mi cara se mantenía seria, pero por dentro realmente sentía una leve ira floreciendo.

-Como sea ¿Usted lo va a comprar?

-No, como digo, solo pasaba.

-Ya veo.

Miré de reojo al sujeto a mi lado quien miraba tontamente la vitrina.

-Bueno, me debo ir, tenga buen día.

-Claro.

Me alejé lentamente de la tienda y de aquel hombre, entré a un pequeño restaurante de ramen; el rostro de aquella persona seguía en mi mente, sentía que lo conocía desde antes.

{...}

El plato de ramen estaba ahora casi consumido completamente, como por arte de magia lo recordé: ese hombre, aquel molesto hombre de la vitrina, era el mismo hombre que había visto en aquel periódico, ese sujeto pertenecía a ese grupo, él era un miembro de la Agencia de Detectives. Solté los palillos en la mesa.

-¿¡CÓMO NO PUDE DARME CUENTA!?

Rápidamente acabé por completo mi plato, pagué y salí corriendo de nuevo a aquella tienda, las probabilidades de encontrarlo de nuevo eran casi nulas, sentía el ramen en mi estómago revolviéndose pesadamente, después de 5 minutos llegué a la tienda, como suponía, aquella persona ya no estaba ahí. Mientras recuperaba el aliento insulté interiormente mi propia torpeza y ferozmente comencé a mirar alrededor buscando aquel cabello castaño y aquella gabardina café.

-¿Se encuentra perdido?

Una niña con un kimono rojo me miraba con curiosidad.

-La verdad, si, pero realmente estoy buscando a alguien.

-¿Lo puedo ayudar en algo?

-No, está bien, no quiero molestarla con algo tan vago, muchas gracias de todas formas.

Elogio de la Noche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora