La primera carta

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Querido Hinata:

Realmente no sé por qué estoy haciendo esto, y lo siento mucho si esto es raro. Lo que menos quiero hacer es incomodarte, pero no puedo aguantarlo más. Tengo que soltarlo de algún modo u otro. Verás, estoy loca e irrevocablemente enamorado de ti. Lo siento si esto es demasiado directo para ti, pero es que no sé cómo decirlo de otra manera. Es así y no puedo cambiarlo, da igual lo intenso y abrumador que sea. De verdad que he intentado controlarlo, intentar apaciguar mis sentimientos, pero simplemente no puedo hacerlo. No cuando me miras con esos ojos brillantes y me lanzas esas estúpidas sonrisas que se sienten como mirar al sol cara a cara. No cuando tú me salvaste. Y es que tú no lo sabes, pero realmente lo hiciste. Realmente me salvaste. Yo estaba en un momento horrible de mi vida, estaba triste y solo, y odiaba a absolutamente todo el mundo. Y tú apareciste de pronto en mi vida con una fuerza arrolladora, y pusiste mi mundo patas arriba. No sabes lo agradecido que estoy. No eres consciente de lo importante que eres para mi, y no creo que nunca lo llegues a comprender del todo (principalmente porque me aterra decirte todo esto a la cara y no creo que lo haga nunca), pero de verdad que lo eres.

Ahora bien, te estarás preguntando quién diablos soy. Lo entiendo. Es un poco raro llegar un día y encontrarte una carta anónima en tu casillero en la que alguien se te confiesa de una manera tan vergonzosa como esta. Lo siento, en el fondo soy un sentimental, aunque preferiría cortarme una mano antes de demostrarlo, aunque supongo que tú eres la excepción. El caso es que, por mucha curiosidad que tengas (y sé que la tienes, no mientas) y por mucho que en el fondo quiera revelarte mi identidad, no puedo hacerlo. Como decía, me aterra decirte esto en persona. De hecho me aterra que vayas a leer esto, pero he dormido demasiado poco y me siento un poco valiente, así que con suerte mañana estarás leyendo esta carta. De cualquier forma esto es simplemente porque tengo que soltarlo, y la única persona con la que verdaderamente quiero hablar sobre mis sentimientos por ti es contigo, por muy raro que parezca. Y eso, por razones obvias, no puedo hacerlo. Así que se me ocurrió este método. Así yo puedo decirte todo lo que quiero decirte sin miedo y tú puedes ignorarme si quieres (aunque sé que probablemente no lo harás. Eres demasiado curioso como para eso).

No sé qué más decirte hoy, y realmente no sé si voy a continuar mandándote cartas. En cualquier caso ya es muy tarde y mañana tenemos clase, y probablemente lo que digo no tiene ningún sentido ahora mismo. Espero que estés teniendo dulces sueños.

                                                                                                                                                         -T.

Shoyo miró la carta. Y la volvió a mirar. Se quedó ahí de pie, la taquilla abierta, por quién sabe cuánto tiempo, procesando lo que acababa de leer.

Aquel día había sido un día normal. Se había levantado a la misma hora de siempre, había preparado el desayuno para él y para Natsu, y se había dirigido a clase. Se había encontrado con Kageyama de camino y habían estado hablando de nuevas técnicas que probar en la práctica de la mañana. Habían ido a la práctica, y luego a clase. Estuvieron en el recreo con Yachi, Tsukishima y Yamaguchi (como hacían todos los días), habían tenido más clases y luego la práctica de la tarde. Un día como cualquier otro. O al menos era un día como cualquier otro hasta que abrió su taquilla para cambiarse antes de volver a casa y un sobre blanco cayó a sus pies. Se encontraba solo, ya que los chicos se habían ido hacía un rato ya, y Tobio había salido a comprar un cartón de leche a la máquina expendedora. Había agarrado el sobre entre sus manos y le había dado la vuelta, buscando más información sobre este. Sin embargo, lo único que se podía leer en la solapa del sobre eran dos palabras: "Para Hinata". Estaba escrito en cursiva y la letra era bonita, y parecía que quién sea que fuera que lo hubiese escrito se había esforzado para que esta fuera clara y legible. El envoltorio era sencillo, y no había marcas que le pudiesen indicar quién era el remitente. Con mucho cuidado de no romper nada lo abrió. En su interior tan solo había una página. La desdobló, y vio que se trataba de una carta. Extrañado la leyó. Y la volvió a leer. Al final de la hoja se podía leer una sola letra a modo de firma. "T". ¿Quién diablos era "T"? ¿Lo conocía? Suponía que lo conocía, o sería todo demasiado raro. Es decir, acaba de confesarle sus sentimientos. Acababa de decirle que estaba enamorado de él. Una persona que ni siquiera sabía quién era, para ser exactos. Y de todos modos, ¿qué se suponía que tenía que hacer con esa información? Le había dado la opción de ignorarlo, pero también le había dicho que seguramente le mandaría más cartas... Y tenía razón cuando decía que todo esto iba a darle mucha curiosidad. Y por último, ¿cómo diablos había metido la carta en su taquilla? ¿Se había colado esa persona en el cuarto del club mientras estaban en el entrenamiento?

Cartas para HinataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora