1. Huyendo

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Se encontraba de pie frente a un espejo, su imagen distaba mucho del joven arrogante y orgulloso que un día fue. Estaba pálido, ojeroso, su cabello rubio descuidado y un malestar en la boca del estómago que presagiaba un problema. En realidad si lo pensaba desde lo ocurrido esa noche en la torre de astronomía solo desgracias le habían perseguido.

Inconscientemente puso las manos en su vientre, esa necesidad de los sangre pura de asegurar descendencia le daban un giro completo a su vida. Ese pequeño ser que era probable creciera dentro de él, lo alegraba y aterrorizaba a partes iguales.

Desde que la posibilidad se hizo mayor supo que era imposible mantenerse en la casa, el sitio funcionaba como la base principal de los mortifagos, considerar la reacción del señor oscuro al enterarse de su bebe le daba demasiado miedo como para querer comprobarlo. Cada día resultaba más difícil fingir que estaba bien, con mortifagos en todos los pasillos de seguro pronto le descubrían. La único seguro para Draco era que iba a pagar muy caro su traición.

Al salir de la ducha noto una bandeja de desayuno que no le provocaba en lo más mínimo, suspiro resignado a solo tomar un vaso de jugo, si contaba con suerte podría bajar después a la cocina. Salió de su habitación, un sitio que años atrás llamaba su lugar seguro y hoy no ve la hora de escapar de ella, de la mansión en general. Sus pasos eran seguros y le acompañaba su común máscara de indiferencia, su mirada se mantuvo en alto, al final seguía siendo un Malfoy.

Cuando llego al ala izquierda de la mansión temblaba un poco, pensó en el significado de su presencia ante el señor tenebroso y los resultados siempre eran terribles, luego de su participación en el asesinato de Dumbledore creyó que nada podía ir peor, subestimo lo malvado que es Voldemort.

El círculo interno se hallaba reunido, lo que implicaba que se trataban temas importantes, eso le asustó, su madre intentó darle una mirada tranquilizadora, que terminó siendo más una mueca. Su corazón latía con fuerza, amenazando con escapar de la protección de su cuerpo. Lucius le observó impaciente, decepcionado de cualquier acción de su hijo, le indico el sitio en el cual se sentaría, Draco siguió la orden con la mirada en el piso, aquí trataba de parecer invisible.

—Bienvenido Draco — Casi levanta su vista sorprendido, usualmente el señor tenebroso no le hablaba, lo cual Draco agradeció, supuso que hoy era lógico ya que había sido llamado.

Draco quiso responder con una reverencia, para su desgracia en ese instante un mareo le hizo perder el equilibrio.

—Draco, ¿te encuentras bien? —Narcisa que era la persona más cercana logró sostenerlo antes que su cuerpo acabará en el piso.

—Si, perdón —respondió deseando desaparecer.

—A tu puesto Draco —ordenó el señor oscuro, su voz sonaba indiferente, pero cuando Draco vio sus ojos pudo percibir una pizca de algo extraño, algo que le revolvió las entrañas, fue un milagro que no vomitara frente a todos.

Afortunadamente la tormentosa escena se vio interrumpida por un mortifago jadeante que entraba en la habitación, sin duda emocionado, ser portador de buenas noticias para la causa le otorgaba más tarde ciertos privilegios en los que a Draco no le gusta pensar, pues muchas veces los premios que obtenían eran las vidas de personas inocentes.

—Mi señor —él mortifago hizo una exagerada reverencia, casi besando sus zapatos—, El ministerio ha caído.

—Muy bien, muy bien. —Una mueca terrorífica se mostró en el rostro de serpiente del señor oscuro, luego se giró hacia su leal mortifago—. Severus, ¿Qué se sabe de Potter?

Ante la mención de Harry, Draco alzó la vista de forma tan rápida que podía resultar sospechoso, una suerte que todos los ojos estuvieron puestos en Severus.

Un Rayo de Esperanza (Versión Corregida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora