11. Polos opuestos

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El invierno helado era como un augurio de lo que se avecinaba, la luz del sol ocultándose cada día más temprano quizás también con miedo, las sombras partidarias y compañeras del mal. Aun así, el grupo despertó con sonrisas en sus rostros, todos de un excelente humor, en una burbuja que no sabían estaba a pocos días de estallar.

Era un día especial y feliz en medio del caos, dado que la enfermera de Hogwarts, Poppy llegaría a la casa para revisar la salud de Draco y saber también cuál era el sexo del bebe.

El rubio se mantenía firme en que sería una niña, su corazón lo aseguraba, aunque igual estaría feliz si se equivocaba.

—Amor —el azabache sacó a Draco de sus pensamientos, tomando asiento a su lado y trayendo consigo uno de los extraños antojos de su pareja.

—Gracias Harry.

— ¿Estás emocionado? —hizo Harry una pregunta un poco obvia, pues es imposible que el rostro del rubio refleje mayor felicidad.

—Mucho, aunque también algo nervioso —Draco respondió—, solo deseo escuchar que está en perfecto estado de salud.

—Lo estará amor, haces un excelente trabajo.

—Harry —el rubio habló colocando una expresión seria, que preocupó al azabache—, Yo... Sé que a veces soy una persona difícil y aun así me aguantas, creo que nunca te he dado las gracias por todo lo que haces por mí.

—Nada de gracias, amor —Harry atrajo a Draco a sus piernas.

—Es que Harry —el rubio hizo un adorable puchero—, he complicado tu vida, más de lo que antes lo era.

—No Dragon, has alegrado mi vida, no sería lo mismo sin ti —Draco agradeció las palabras de su novio, como siempre logrando hacerle sentir mejor, pero el rubio ya había tomado una decisión.

—Te amo y quisiera seguir aquí con ustedes, pero estoy atrasando su misión. Lo mejor es que vaya a casa de Andrómeda.

—Draco...

—Lo he decidido. Puedes comunicarte con ella después de la revisión.

—Mañana saldré con Ron al pueblo, te llevaré yo mismo a su casa cuando regrese, ¿de acuerdo?

—Si —el rubio abrazó a Harry para evitar que viera las lágrimas en sus ojos.

Para Harry no fue necesario verlo, conocía a su pareja, pero dejó que sucediera así o él también empezaría a llorar. El azabache no deseaba estar separado de su pareja, pero era consciente que lo mejor sería que Draco estuviera en un lugar más seguro, así él podría acabar antes su misión.

Minutos más tarde, Hermione desde la cocina dio aviso que Severus entraba en compañía de Poppy a la casa.

—Harry Querido —saludó a uno de sus estudiantes favoritos—. Hermione, Ron, Joven Malfoy, es un gusto ver que están sanos y salvos.

—Debo volver a Hogwarts y asegurarme que todo siga en orden —a Draco le fuese gustando que Severus se quedara, pero era el plan por seguir.

—Gracias Padrino —Severus para sorpresa de la mayoría de los presentes le dio a Draco una sonrisa antes de abrazarlo.

—Ya me contarás hijo.

Severus desapareció por la chimenea, entonces como saliendo de un trance, el grupo empezó a moverse, Ron haciendo guardia en la ventana por si había algún movimiento afuera, mientras Hermione seguía en la cocina. Aunque Severus trató de que nadie en Hogwarts lo viera con la enfermera, resultaba mejor si todos quedaban al pendiente por si se equivocaba.

Un Rayo de Esperanza (Versión Corregida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora