Capítulo siete

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Celeste Wonderly estaba acostumbrada a ser directa con las personas o mejor dicho a decirles sus cuatro cosas de frente y nunca por la espalda.

En la comodidad del asiento de su auto. Estacionado frente al café White Sky, con música pop de los años dos mil a un volumen moderado. Las ventanas estaban subidas para arriba, delante de ella estaba el cielo nocturno, lleno de diminutas y elegantes estrellas, y la luna fulgurante predominando.

Sin embargo, su objetivo principal estaba en el interior del café.

Damián Stone.

Lo podía describir como un inútil, tarado, sí; pero, esas descripciones en el sentido real eran ficticias.

Había algo súper especial detrás de la personalidad tan sería de Damián, algo que hacia resucitar aquellos sentimientos que creía muertos.

Parecía una tonta, tratando de disimular que escuchaba música pop, sólo para que sus ojos café brillantes encontrarán las imágenes de la persona que quería ver:

Damián Stone.

Él estaba en la mesa con una pelirroja, un rubio y una pelinegra. La conversación al parecer era sobre casos policiales.

Y como por arte de magia, los ojos negros de él por unos segundos se enfocaron en el vidrio delantero de su auto. Celeste se congelo, en sentido literal. Llevado una mano al volante y elevando sus hombros para dejar escapar una larga bocanada de aire hechas de oxígeno, dióxido de carbono y unas gotas de nerviosismo.

¿Acaso sabra que se trata de ella? Claro que no, eso sería totalmente absurdo, o ¿Tal vez no? Lo cierto es que estaba paralizada porque la mirada de Damián llena de seriedad continuaba fija e inmóvil hacia su auto.

—Este tarado va a venir y si viene, me va a ver, y si mi ve me va a preguntar qué hago aquí, y yo le diré...— Celeste echó para adelante su cabeza para obtener un mejor enfoque, luego dejo caer su espalda en frustración contra su asiento. Estaba tratando de construir una excusa perfecta en caso de que Damián decidiera salir a ver de quién se trataba.

***

—¡Corre, Celeste! ¡Corre, corre!— Gloria pasó a su lado, jalandola del brazo con fuerza.

—Un minuto.— La voz de Celeste sonaba ahogada e inentendible. Su pecho subía y bajaba con sus agitadas respiraciones.

—No hay tiempo, no hay tiempo.— Grito Gloria, echando a correr por la calle oscura.

—¡Gloria!— Exclamó Celeste, corriendo con lentitud. Sentía sus piernas como plastilina, sentía como si su corazón fuera a salirse de su pecho.

¿Por qué?

La respuesta estaba en aquella sombra a sus espaldas, en una pared inmensa de color blanca, que tenía tonos grisáceos por la falta de iluminación que había en esa calle.

Celeste tenía activo el instinto de supervivencia. Pero, no le quedaba resistencia había corrido varios metros sin parar y ya las consecuencias estaban cobrando factura en sus pulmones.

Necesitaba un milagro.

No se podía dejar atrapar por... O si no era el fin de su existencia.

—¡Gloria! ¡Auxilió!

Fue en vano para ella gritar con todas sus fuerzas el nombre de Gloria Stone, porque ya no estaba cerca de ella.

Un susurro estremecedor escapó de su boca, al sentir el contacto de una mano en su hombro. Fue un momento terrorífico y escalofriante, seguido del aroma a cloroformo que inhalaba su nariz.

Celeste PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora