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— ¡Él no está robando presas! —  Estrella Vaharina exclamó, pasando a toda velocidad por las marcas de olor y derrapando hasta detenerse junto a su sorprendida compañera de clan.

— Lo siento — resopló Guijo. — No estaba prestando atención...

A Hormiguero se le pusieron los pelos de punta — Oh, creo que sabías exactamente a dónde ibas — se burló — ¡A un territorio con mejores presas que el tuyo! —  Sus ojos recorrieron a los guerreros del Clan del Río, y Estrella Vaharina hizo una mueca cuando vio sus cuerpos flacos a través de los ojos de un extraño. Era dolorosamente obvio que los gatos del Clan del Río no habían tenido una comida adecuada en lunas.

Perlada, al lugarteniente del Clan del Viento, dio un paso adelante — Estrella Vaharina, me enteré de la muerte de Estrella Leopardina, y me disculpo. Pero, ¿qué estás haciendo, dejando que tus guerreros entren en nuestro territorio? ¿Olvidaste que existen las patrullas fronterizas? 

Su tono era amable, pero Estrella Vaharina escuchó un reproche debajo de élla. ¿Que tipo de líder deja que una patrulla cruzara un límite? «No debería haberlo hecho» — Lo siento, Perlada. maulló, luchando por mantener su pelaje liso. — Fue un error genuino. Guijo simplemente se dejó llevar persiguiendo a esa ardilla.

— Bueno, ahora es nuestra — intervino Hormiguero — Así que puedes quitar tus pieles sarnosas de nuestro territorio antes de que lo hagamos por las malas — Levantó una pata delantera y dejó que sus garras se deslizaran. Guijo lo fulminó con la mirada y el pelaje se le erizó a lo largo de la columna.

— ¡Hormiguero, basta! —  ordenó Perlada — Estrella Vaharina, lleva a tus gatos a casa. Te sugiero que renueves las marcas fronterizas para recordarles a tus guerreros que deben cazar dentro de su propio territorio, en el futuro.

Sintiendo que su piel ardía de vergüenza, Estrella Vaharina agachó la cabeza. — Sí, Perlada. Que el Clan Estelar ilumine tu camino.

— Y el tuyo — maulló Perlada brevemente antes de convocar a sus guerreros con un movimiento de su cola — Hormiguero , guarda tus garras. Vamos, de vuelta al campamento.

Los gatos del Clan del Viento se alejaron corriendo sobre el paramo, sus vientres estaban lo suficientemente bajas como para rozar la hierba. Estrella Vaharina condujo a sus compañeros de clan de regreso a la frontera y no se detuvo hasta que pasaron las marcas, que eran lo suficientemente fuertes. Guijo todavía estaba erizado.

Hormiguero nos trató como ratas sarnosas —  se enfureció. — ¿Y cómo se atreve Perlada a decirte que renueves las marcas fronterizas? ¡Eres una líder! ¡Ella es solo una lugarteniente!

Estrella Vaharina suspiró. — Ella solo estaba diciendo un error, Guijo. Después de todo, cruzaste el límite. Veamos si podemos atrapar algo que no se encuentre con un Clan diferente, ¿de acuerdo?

Observó a sus guerreros esparcirse por el pantano, levantando las patas en alto para evitar tropezar con las matas y aplanando las orejas mientras intentaban captar el olor de la presa. «Entrenamos para atrapar peces, no ratones y campañoles »pensó. Estamos tan desesperanzados como cachorros en tierra firme. «Oh, Clan Estelar, ¿Porque estas dejando que nos desesperemos del hambre? »

Tres amaneceres más tarde, con el montón de carne fresca todavía lamentablemente pequeña, Estrella Vaharina vio la tenue silueta de una media luna flotando entre las nubes. Esa noche, los curanderos de los cuatro clanes se reunirían en la Laguna Lunar para compartir lenguas con el Clan Estelar. Estrella Vaharina recordó las medias lunas anteriores, y se dio cuenta de que apenas podía recordar una cuando Ala de Mariposa no había enviado a Blima en su lugar con la excusa de que un gato enfermo o demasiado pequeño necesitaba que se quedara en el Clan. «¿Cómo no se había dado cuenta Estrella Leopardina de que Ala de Mariposa  estaba descuidando tantas de sus responsabilidades?»

El Presagio de Estrella Vaharina | Novela.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora