Recuerdos ocultos, pt. 2

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- Ok, ya estamos dentro. Cambio - anuncio Jimin una vez dentro junto al resto del equipo en la mansión.

- Bien, vayan al vestíbulo y suban al segundo piso en el ala este toman el pasillo de la izquierda y la tercera puerta es donde estará...

- La oficina y la posible compuerta... - dijo de forma cansina el Omega, provocando una maldición entre dientes del capitán. - ...Oiga, cap! que nos asegura que allí encontraremos porfin las coordenadas?

- Sino mi querido Jimin, habrán sido tres años en vano y deberemos volver con las manos vacías, pero con maletas llenas de excelente vino para empezar de nuevo la búsqueda - soltó el suspiro más pesado que la situación les podía generar y es que ya estaban quedándose sin pistas, peor aún...sin tener de cerca ese amuleto...

Mientras el equipo, se desplazó hasta la oficina del líder de los Ferradini en esa mansión en medio de la nada en aquella provincia del sur de Italia. Un curioso Omega empezó a sentirse extraño entre los pasillos de aquel y lúgubre lugar hecho totalmente de piedra. Jimin no era miedoso, pero no podía evitar sentir una leve brisa murmurando al oído mientras se desvío a otro pasillo a verificar que estuviese realmente abandonada esta gran obra sacada de un libro de vampiros y vaya que crepúsculo no era de sus películas favoritas. De repente viendo las pinturas colgadas imponentes en la pared, sintió un canto provenir de una de las habitaciones del lado oeste con vista al bosque.

"..lunam rubram intuere et animam te dare , tunc demum pergas stemma , si naturam tuam negas , et ordinem naturalem caerula luna dirimere quaeres , vinculum ut sacrificium ad dedecus separatum.."

- ¿Q-uee-e es-s eso? - sintió un escalofrío en todo su cuerpo y por primera vez tembló, trago fuertemente y a paso ligero llegó a la puerta entreabierta y en el alféizar de la habitación que solo era iluminada por la gran luna llena por el único ventanal, afinando su vista en dirección a un cajón pequeño en el centro, se acercó y tomo lo que pareció un dije para collar que brillaba como el azul cielo.

- ¿JIMINNNNN? ¿Dónde carrizo te has metido enano escurridizo? - dijo un compañero hasta que vio la puerta abierta donde lo encontró inspeccionando un pequeño diario en la mesa frente a la ventana. - ¿Que conseguiste? Deja de andar de chismoso y muevete que tenemos malas noticias y debemos regresar en unas horas a Corea.

- ¿Cómo? ¿Que paso? ¿No consiguieron nada!? - iba a continuar con las preguntas, pero fue interrumpido por el capitán. - Jimin, vamos date prisa debe...

De repente un gran chirrido del otro ala, los distrajo de la discusión y el compañero solo pudo arrastrar a Jimin escaleras abajo, mientras el terror cubría sus facciones. Ya todos sus compañeros estaban afuera listos y con los autos prendidos para salir de allí inmediatamente; mientras las puertas cerraban nuevamente para guardar secretos que mejor no fuesen liberados para mantener las cosas como están.

Ya en el galpón, todos bajaron de los autos con mucha confusión y silencio.

- Alguien puede explicarme, ¿Que sucedió en esa mansión!? - estaba exasperado Jimin, luego de tanto silencio.

- Paso que en el juego del gato y el ratón, nosotros por poco y fuimos el queso de la ecuación querido Minnie. - Dijo el capitan con una risa sarcástica.

Sin saber que mas decir, un pelicastaño gruño mientras entraba a darse una ducha y arreglar las maletas. Ya hablaría con su padre y su padrino en casa.

El viento que sopla a mi favorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora