Capítulo IV

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Muchos me dirán interesado otros tal vez materialista, pero yo le digo aprovechar las oportunidades que te da la vida.

—Y de una muy buena forma —recalce mientras me probaba por quinceava vez uno de los tantos collares de pedrería que me había comprado.

La vida de casado fue mejor de lo que pensaba, ha pasado un mes y lo único que he hecho es ir de compras o ir de viaje a donde yo quiera, a parte tengo un cuarto del tamaño de una sala y 3 gatos que cuestan más que mi antigua casa. A parte no hablo ni veo mucho a Egipto porque para ocupado, así que esto no podría ser mejor.

—Estoy seguro de que nada podría molestarme —dije calmadamente mientras me probaba un hermoso collar de perlas.

De repente los sirvientes entraron azotando la puerta, lo cual me asusto e hizo que mi collar se me cayera al suelo, y claro, se rompiera por eso. Antes de siquiera decir algo, agarraron todas mis cosas y las empezaron a sacar del cuarto.

—¡¡Esperen, porque se llevan mis cosas!! —grite esperando una explicación, pero parecían muy ocupados ya que no sé dignaron a responder o siquiera prestarme atención.

En ese momento escuché el sonido de las puertas de la entrada, lo cual me daba entender que Egipto había regresado de otra de sus importantes reuniones. Baje para preguntar que pasaba, aunque siendo sincero poco me importaba el motivo.

—¡¡Egipto!! —grite para que se detuviera ya que parecía muy cansado. A pesar de que no hablamos mucho me preocupa ya que mi papá también es adicto al trabajo, y por eso sufre de mucho estrés.

—¡¿Qué?! —respondió cansado mientras se tiraba al sofá.

—Sabes porque están moviendo mis cosas —pregunte confundido mientras me acercaba a él.

Al decir eso se levantó alterado, parecía que era importante.

—Okey tranquilízate, Egipto —se dijo así mismo a la vez que caminaba hacia su cuarto, y claro yo le seguía el paso.

—Es algo importante a nivel rojo o amarillo —pregunte en escalas ya que parecía no quererme explicar o prestarme atención, se toman a veces muy literal lo de invisible.

—Nivel madre. —en ese instante me detuve ya que vi que el lugar a donde movían mis cosas era al cuarto de Egipto.

Un antiguo resentimiento reapareció otra vez, habrá pasado un mes de la boda, pero aún no olvido el motivo del porque estoy viviendo en esta mansión rodeado de millones de dólares y diamantes reales que jamás creí ver.

—Y sabes a qué hora vendrá —pregunte feliz, podrá haberme condenado a un matrimonio que no esperaba, pero también me condeno a una vida llena de lujos.

—No, di la orden de que movieran todas tus cosas a mi cuarto ante cualquier señal de la llegada mi madre —respondió alterado para después acercarse a uno de sus tantos sirvientes para preguntar que pasaba.

Sorprendentemente a pesar de que es su madre, él no sabe cuándo va a venir, pero si sus sirvientes, deberían coronarlo hijo del año.

—Y gran hijo del año —dije irónicamente mientras me acercaba a él—. ¿A qué hora viene?

—Dentro de 72 horas, así que tendremos que dormir juntos hasta que su visita acabe —contesto molesto mientras se quitaba su corbata y se tiraba a su cama, parecía muy cansado, pero poco me importaba en realidad.

Nuestras madres nos enseñaron de pequeños que para que alguien te escuche debes golpearlo con lo primero que tengas a mano, preferencialmente una chancla, pero como no tengo eso tendré que utilizar la última arma.

—Me lo podrías prestar un rato —pregunte amablemente a una de las sirvientas, la cual me lo presto confundida—. Gracias, podrías decirles a todos que salgan un segundo.

—No se preocupe señor —respondió para después sacar a todos del cuarto dejándonos solos a Egipto y a mi junto a una escoba.

—Ahora tu. —empecé a golpearlo con la escoba enojado sin parar ante sus quejas— Como te atreves a tomar una decisión sin antes preguntarme, a veces se toman literal lo de invisible.

—¡¡Alto!! —detuvo los golpes pateando mi pie para que perdiera el equilibrio y cayera encima de él— Porque sabía que no lo ibas a tomar bien.

—En serio por eso, supuestamente soy tu esposo así que siquiera dígnate a pedir mi opinión —me queje para golpearlo una última vez con la escoba ya que me la quito, y de paso inmovilizo mi cuerpo abrazándome fuertemente a su pecho.

—Yo también soy tu esposo, así que tenme algo de respeto.

—Lo hare cuando tú también lo tengas por mi —respondí a la vez que golpeaba su pecho para alejarlo de mí, pero al igual que antes decidió ignorarme—. ¿Me estas escuchando?

—Perdón, tengo sueño —respondió cansado al mismo tiempo que se quedaba dormido conmigo en sus brazos.

—Está bien, entonces suéltame —respondí para soltarme de abrazo, pero extrañamente no me lo permitió.

—Solo quedémonos así un ratito más —contesto entre sueños mientras se daba la vuelta conmigo en brazos-. Eres muy cálido.

—Lo sé, todos los cuerpos son cálidos —conteste mirando sus ojos, los cuales estaban cerrados—. Es biología básica, que acaso nunca te lo enseñaron.

No respondió, al parecer se había quedado dormido lo cual intente aprovechar para escaparme del abrazo, lo cual fue imposible ya que no te tenía planes de soltarme durante un buen tiempo. Con el pasar de los segundos también me quede dormido en sus brazos, lo cual fue una nueva sensación ya que era la primera vez que dormía con alguien, y siendo sincero no se sentía mal.

Aquella extraña escena hubiera seguido sino fuera que me desperté de golpe al escuchar como alguien entro azotando la puerta del cuarto, el cual, para mi buena suerte, era mi hermano Argentina y los 3 protagonistas.

—¿Quieren tomar café?

Me Volví un Protagonista (ParaguayxEgipto) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora