iii.

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—¿Qué dijiste?

Shinso sintió su cuerpo tensarse, y un escalofrío recorre su cuerpo, aunque intenta disimular su estupor al agacharse para recoger la escoba del suelo. Debió haber escuchado mal, sí seguramente no había dudas de que había oído mal. Es ridículo siquiera pensar que Shoto podría...

—¿Puedo beber de tu sangre? —repitió.

Hitoshi tragó saliva al sentir su garganta repentinamente seca, se levantó con lentitud e hizo un esfuerzo enorme para no dar un paso atrás por la repentina sorpresa.

—¿Qué? ¿T-tu no acabas de comer? —Maldijo en su cabeza por el tartamudeo, y maldijo una vez más al ver como una sonrisa empezó a formarse en los labios del bicolor.

—¿Qué sucede, Shinso? ¿Estás nervioso?

Shoto se acercó, lo suficiente para rozar la mandíbula del pelimorado con sus dedos y después bajar sus caricias hacía la yugular.

—Solo quiero probar, Shinso. Ver si me gusta. —dijo, sus ojos heterocrómaticos mirándolo con súplica, desviando el camino de su mano del cuello hasta el hombro y de ahí recorrer el camino hasta encontrar la mano de Hitoshi, atrayendola hasta sus labios. —Por favor. Sé que nunca has dejado que ningún vampiro te pruebe, y sé que no estás de acuerdo con nuestros métodos para conseguir un mejor sabor, no voy a pedirte nada de eso. Solo una pequeña mordida en uno de tus dedos ¿Sí?

Shinso tembló en su lugar, sintiéndose sumiso bajo su toque. Los vampiros eran enigmáticos y atrayentes con sus sonrisas de dientes afilados, sus miradas frías y sus voces profundas. Hasta ahora no había oído de nadie que no se sintiera embobado ante los encantos que poseían, pero de cualquier forma, no se sentía así porque fuera un vampiro, se sentía así porque se trataba de él, de Shoto.

—Y si te gusta mi sangre ¿Qué harás? ¿Convertirme en tu alimentador frecuente? —La voz del pelimorado sonó sarcástica y grosera. Levantando una ceja con incredulidad, debido al rechazo que sentía ante la idea. Le gustaba ser el amigo de Shoto, con quién conversaba y se quejaba del sabor de la sangre, pero si se convertía en uno de sus alimentadores también, ¿Entonces qué? ¿Dónde quedaría la amistad que habían formado? —Yo no quiero eso, Todoroki.

—Después de probarte... —respondió, tomando una respiración que se sintió como una pausa eterna. — Te dejaré en paz, si es eso lo que tú quieres.

—Somos amigos, Todoroki. No quiero que me dejes en paz, solo no quiero convertirme en lo mismo que son las otras chicas.

—¿Las chicas? Ellas lo hacen porque quieren hacerlo, sabes que yo no les insisto y mucho menos les obligo a...

—Lo sé. No tengo dudas de tu caballerosidad al momento de pedirles ayuda... —comentó Hitoshi, apretando ligeramente la mano del bicolor. —Para alimentarte, y luego dejarlas ir para no volver a hablarles.

—Yo...

—No te justifiques, si no te juzgue antes no tengo la intención de hacerlo ahora. —respondió, seguido de un suspiro. —Puedes probar.

—¿Estás seguro?

—Confío en tí.

—De acuerdo.

Shoto asintió, tomando la mano del pelimorado, acercándola con lentitud hasta sus labios, dejo un par de besos en el dorso hasta llevaré la punta de sus dedos a su boca, y clavar sus colmillos con la suficiente fuerza para hacerle sangrar. Levantó la vista por un momento, sin dejar de succionar. Sus ojos de distinto color se encontraron con el rostro de Hitoshi, que le devolvió la mirada, con los labios apretados, las mejillas sonrosadas y unas minúsculas lágrimas acumulándose en las esquinas de sus ojos.

«Es tan lindo...» pensó el vampiro.

Bite me. | ShinTodo | TodoShinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora