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—¿Qué te sucede últimamente, Todoroki-san?

Shoto desvió la vista de su libro, sus ojos se habían anclado a un lugar y solo había releído una, otra y otra vez la misma palabra.

Sangre. Ja, qué irónico.

—Nada, Yaoyorozu. No me pasa nada. —respondió, cerrando el libro con un movimiento veloz. Ella lo observó con sospecha pero decidió no opinar sobre eso.

—Claro, y yo bebo sangre de gato. —bufó la pelinegra, rodando los ojos.

—Tu no bebes sangre de gato porque te da...

—¡No lo digas! —Ella lo calló con un gesto avergonzado, el heterocrómatico sonrió de costado mostrando solo uno de sus colmillos. —Era sarcasmo.

—Lo sé, pero es divertido molestarte. —Shoto se rió, sonando ronco, aclaró su garganta en un vano intento de disimular pero los ojos sagaces de la chica se mantenía sobre él.

—Te ves pálido.

—Soy un vampiro. —contestó el bicolor como si fuera absolutamente obvio. —No me gusta el sol, y aunque me guste, no podría broncearme.

—Sí, claro. Muy divertido.

Momo se acercó preocupada, apartando el flequillo del menor con su mano para sentir su temperatura.

—Estás muy frío.

—¿Sabes que a los vampiros nos llaman muertos vivientes por una razón?

—¿No son los zombies los muertos vivientes?

—No lo sé. ¿Haz conocido a uno para que le preguntemos?

—Solo haz silencio, Todoroki. Estoy hablando enserio. —Yaoyorozu tenía el ceño fruncido, los labios estirados en una línea fina y sus colmillos apenas mostrándose como símbolo de amenaza. —No te haz estado alimentando bien. ¿Cuando fue la última vez que bebiste sangre?

—Hace unos... —Hizo cálculos mentales, y empezó a contar con los dedos de forma distraída. —Cinco o seis.

—¿Horas? —Momo ya sabía que eso sería demasiado bueno para ser verdad.

—Días. —respondió al fin el menor, ganándose la mueca sumamente molesta en el rostro de su amiga.

—¿Acaso enloqueciste? ¡Debes comer algo ya! —chilló ella con preocupación, empezando a rebuscar en su bolso alguna de las pequeñas botellas de sangre que tenía como aperitivos.

—No, no quiero de tu sangre almacenada, Yaoyorozu. Vomitaré de solo olerla.

En otra circunstancia esa afirmación sería una exageración de su parte, pero justo ahora, con el estómago vacío y el ánimo por los suelos, estaba seguro que era totalmente cierto, no podría soportar el mal sabor de la sangre embotellada.

—Pues entonces, levántate. Te ayudaré a conseguir una chica, pero debemos hacer algo, Shoto. ¡Podrías morir!

—Somos vampiros. ¿En algún momento de nuestra vida hemos estado vivos realmente? ¿O como seres de la oscuridad solo hemos estado resistiendo inútilmente gracias al hecho de que usamos a los humanos como nada más que un alimento?

—¡No es momento de ponerse filosófico, Todoroki! —regañó Momo, levantándose de su lugar para ponerse frente al asiento de él y azotar sus manos contra la mesa de su amigo. —Los humanos no son tan diferentes de nosotros como nos hacen creer. Quieren que nos sintamos mal por tener que alimentarnos de ellos, lo cual no es más que una hipocresía desmedida. Ellos son quienes crían animales para luego arrebatarles la vida porque los necesitan como alimentos. Nosotros los vampiros hace siglos que no matamos, y nuestra mordida no causa más que un daño menor.

Yaoyorozu se inclinó un poco hacia adelante, señalando con su dedo el pecho del bicolor.

—¿Los humanos se molestan porque los usamos como alimento? Bueno, no creo que los animales estén muy felices de ser usados como alimento aunque claramente ellos no tienen la oportunidad de quejarse. Y créeme cuando te digo, Shoto, que también me parece grosero y maleducado de tu parte que solo uses a las chicas para alimentarte y luego dejarlas tiradas, pero entiendo que para tí, ellas no son más que alimento y también sé que eres muy claro al respecto.

—Pero yo...

—Vampiros o humanos. Eso no importa, todos debemos hacer lo que sea necesario para sobrevivir. —dijo ella, cruzándose de brazos. —Y hay que respetar eso.

Shoto la miró directo a los ojos, apoyó la barbilla en su mano y una sonrisa se empezó a formar en sus labios, mostrando sus colmillos.

—Ahora tú te pusiste filosófica.

—¡Shoto! —regañó.

—¿Desde cuándo me llamas "Shoto"?

—Desde ahora, para que te des cuenta de lo serio que es esto. —dijo con molestia. —Así que sal ahora y ¡Ve a alimentarte!

—No es tan sencillo, Yaoyorozu.

—¿Por qué no?

—Porque yo...

Todoroki guardó silencio, sin saber qué decir o cómo explicarse.

Cómo decir que sí, que de verdad intentó alimentarse, y que se esforzó por hacer sentir bien a las chicas antes de dejarlo todo como estaba, ganándose incluso un par de bofetadas de aquellas que se sentían ofendidas por la mueca de asco en su rostro y la forma en la que se alejaba, negándose a continuar.

Y es que, cuando las primeras gotas de sangre escapaban de la herida y tocaban su lengua, era tan horrible que no podía continuar.

El estaba acostumbrado, por supuesto que sí, nunca le había gustado el sabor pero luego de probar el delicioso sabor de la sangre de Hitoshi, simplemente no podía volver atrás.

Después de tocar el cielo, no podía solo conformarse con la tierra.

—No me gusta el sabor. —susurró en un quejido.

—Nunca te ha gustado. —contestó Momo, sin estar convencida por su respuesta.

—Lo sé, pero es que yo...

—Solo dilo, porque de otra forma no podré ayudarte, Todoroki.

—Yo... Probé una sangre, Yaoyorozu. Y fue la sangre más deliciosa que haya probado. Nunca antes me había sentido así, con ganas de más. Por primera vez en mí vida, me sentí feliz de comer, fue increíble.

—¿Y entonces? ¿Cuál es el problema?

—Que Shinso es mi amigo, y tiene miedo de que lo considere solo como un alimentador frecuente. —respondió con un puchero. —Y después de su exquisito sabor, también tengo miedo de depender solo de él.

Yaoyorozu ni se inmutó al saber que hablaba de un chico, y su expresión se relajó, seguido de un suspiro debido a la ternura que le causaba su amigo.

Bite me. | ShinTodo | TodoShinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora