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Stiles estaba en su cama dando vueltas, había recibido un mensaje...de Derek. Fue entonces cuando se preguntó, ¿desde hace cuánto tenía su número?

La respuesta en su cabeza no sabía si lo hacía sentir bien o mal. Probablemente lo tenía de hace mucho y nunca le habló, ni en las ocasiones más desesperadas. La última vez que le pidió ayuda fue cuando se encontraba en esa misión del FBI y, a pesar de que no esperaba mucho, todo lo que salió de su boca fue Scott te necesita. Nunca pidió su ayuda, a pesar de lo complicada que se volvió su situación tiempo después.

Si se ponía a reflexionar a profundidad, nunca le pidió ayuda por mensaje. Su estilo era más de "aparezco detrás de ti de forma espeluznante espiándote con esa mirada de acosador o de asesino en serie". Stiles estaba bien con eso mientras no lo asesinara. De hecho ya se había acostumbrado a sus amenazas, por eso cuando poco a poco dejó de hacerlas fue...extraño. Su mente ya estaba divagando en muchas direcciones. 

Mierda, si tan sólo tuviera mi Adderall.

Respiró profundamente atreviéndose a leer una vez más el mensaje enviado por el hombre lobo.

Derek:

Necesitamos hablar.

Y eso era todo.

Stiles estuvo unos diez minutos escribiendo y borrando sus mensajes, gruñendo por no ser capaz de responder a algo tan simple. Decidió ser igual de seco que él.

Bien.

Y lo envió. Poco después recibió su respuesta para su sorpresa.

Derek:

¿Puedo ir a verte?

Stiles se estremeció. Ir a verlo a su habitación, corrección, a su antigua habitación. A la habitación en que compartieron tantos momentos, sin poder evitar el recuerdo de ellos dos, sobre todo cuando el hombre lobo lo había acorralado, quedando ambos a una distancia tan corta que pareciera que se acabaría en cualquier momento. Excepto que eso nunca pasó.

El chico suspiró. ¿Debería dejarlo entrar a la habitación?

Cuando por fin lo decidió, tomó el móvil para escribir el texto, siendo interrumpido por un golpe firme en su ventana. El chico arrugó el entrecejo. Creyó vagamente que podría haberse estrellado algo contra el vidrio, hasta que abrió la cortina para quedarse segundos después boquiabierto con lo que estaba viendo.

Era Derek Hale. De hecho, era Derek con el ceño fruncido y mirándolo como si fuera un idiota, diciendo apresúrate con la mirada. Si algo no le gustaba a Stiles era recibir órdenes. Pero en este momento valoraba más su vida por lo que lentamente soltó el seguro de la ventana. Aunque en su mente había dejado cerrada la ventana, puesto ceniza de montaña y se había reído en su cara.

La imaginación era lo mejor.

-¿Qué haces aquí?

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