Entro primero que Taryn al salón principal de Villa Fatua, lugar tradicional para esta celebración específica. Decidimos no pasearnos juntas en nuestro intento de vernos desconocidas.
Estoy muy nerviosa y el lugar está repleto de seres enmascarados que no alcanzo a reconocer, mientras que otros, pocos interesados en el misterio, no se molestan en permanecer en el anonimato, como Madoc. Nunca usaba un antifaz o un atuendo que ocultara su identidad, más bien llevaba como siempre el escudo de armas en su túnica. Él creía que este baile era peligroso, decía que algunas hadas utilizaban esta noche para cometer crímenes pasionales o de venganza, sin ser descubiertos.
Tatterfell había dejado casi todo mi cabello suelto y solo había unido dos mechones detrás de mi nuca con un lazo rojo, así mis afiladas prótesis, enjoyada por completo con oro y perlas blanquecinas que colgaban de ella, se parecían más a la de un hada real. También llevaba un brazalete delicado que ella había espolvoreado con algunas especias para hacerme inmune a los hechizos.
Oriana me había regalado hace mucho el vestido que estaba usando, que en cada fiesta, baile o ceremonia permanecía guardado en mi armario. Aterciopelado, de un carmesí frugal y con un corsé ajustado a mi cintura, las mangas caían a los lados dejando mis hombros al descubierto. Tenía algunos detalles dorados en el escote de mis pechos con una fina línea seguida de estrellas fugaces que decoraban su caída. Siempre creí que era majestuoso, demasiado para mí. Tenía una abertura al costado derecho que superaba la altura de mi muslo, poniendo al desnudo mi pierna cada vez que caminaba, razón por la que no lo había usado antes. Pero esta noche nadie sabría que era yo quién llevaba ese vestido.
Abriéndome paso entre la multitud, un montón de jóvenes trolls y hadas me miran con sonrisas y recorren con la mirada mi atuendo. Me encorvo un poco, acostumbrada a miradas cortas de desprecio o a, simplemente, ser ignorada. Pienso en mi misión y en cómo la magia siempre trae problemas. El trato pudo ser tan simple, yo estaría sin ser reconocida e intentando sentir por una vez lo que significa ser parte de Elfhame.
Llego a una mesa y suelto un suspiro que no sabía que aguantaba. Me sirvo un poco de vino de las hadas que no planeo beber, con el único fin de mantener las apariencias, cuando siento una mirada sobre mí. Giro mi cabeza un poco y ahí están. Ni siquiera esta noche ellos dejan de hacerse notar.
El príncipe Cardan, vestido con una camisa blanca entreabierta, tiene una capa negra sobre los hombros con el cuello grueso y peludo, asemejando la cola de un animal. Su antifaz, negro metálico, tiene la forma de un felino y solo cubre su frente y ojos. Me mira fijamente, al igual que Locke y Valerian. Locke, vestido de un azul rey que contrasta con su pelo anaranjado y lo hace parecer fuego; Valerian por otra parte lleva un traje completamente rojo insulso, con decoraciones negras que parecen venas esparciéndose. Intercambian palabras, pero sus ojos nunca me abandonan. Desvío la mirada y con ella recorro el lugar, como si la decoración de pronto pareciera lo más interesante del mundo.
Trato enfocarme en lo que tengo pendiente. Una puerta con una hoja tallada, una hoja de abedul. Vuelvo a sentirme molesta por el trato, sé que debo ser más cuidadosa. Cada vez que intento hacer algo para encajar, los faes se encargan de darme de bruces contra la realidad. Por eso sé que la única forma de ganar poder y que ellos disminuyan el suyo sobre mí, es volviéndome un caballero. Trato de distinguir entre disfraces y máscaras a los príncipes y princesas que podrían darme ese título. Sería respetada...y no tendría que pedir ridículos deseos para mí o para Taryn.
Miro al frente, el príncipe sigue mirándome y me entra un extraño miedo. Por un momento dudo del tiempo y creo que ya han pasado tres horas, e imagino que ya saben quién soy, que el hechizo no funciona porque no he entregado la bolsa. Nicasia está ahora hablando con Cardan y Locke, me dirige la mirada y pone cara molesta. Me siento observada y desprotegida, esta no es mi área de experticia. Sé que el vestido es muy llamativo, deseo con todas mis fuerzas estar en un campo de batalla, con una espada en la mano y una armadura resistente.
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La Fiesta de las Máscaras
Romansa"No tengo demasiada experiencia besando. Lo hice con Locke y, antes de eso, con nadie más. Pero besar a Locke no tiene nada que ver con besar a Cardan" Eso nos dice Jude en El Príncipe Cruel, pero Jude es una humana, y es totalmente capaz de mentirn...