Capítulo 6

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Parte 2:
Hambriento


Si te llaman mi perra, tú dices que eres mi perra.— Un susurro caliente contra su oreja, mientras el firme, musculoso, cuerpo presionó contra él por detrás. —Tú eres mi propiedad, Ojos Azules. Recuerda eso. Mí cosa.

Yoongi se despertó sobresaltado y se quedó mirando el techo confundidopor un momento antes de recordar en donde estaba.

Su dormitorio.

Correcto.

Él ya no estaba en la prisión.

Se había acabado.

Era libre.

Era libre de él.

Un ronquido tranquilo justo a su lado hizo a Yoongi voltear la cabeza.

Irene dormía a su lado, su bonito rostro pacífico y su piel, como de porcelana, brillante a la luz de la luna que llegaba de la ventana.

Se había acabado.

Se había acabado.

Yoongi lo repitió durante los siguientes minutos, pero fue inútil: él todavía estaba tenso y en alerta, en más de un sentido.

Cerró los ojos y respiró profundamente, tratando de coincidir con la respiración de su novia.

No funcionó.

Quizás Irene tenía razón y él realmente necesitaba ver a un terapeuta después de todo.

—Fue una experiencia traumática para ti—, ella le había dicho solamente el otro día. —Un psicólogo te ayudaría, amor.

Una experiencia traumática.

Los labios de Yoongi retorcidos. Ella no sabía ni la mitad, aunque a veces se preguntaba si ella sospechaba algo. Irene nunca había preguntado, pero no era estúpida. Teniendo en cuenta sus... problemas, probablemente ella sospechaba que algo le habían hecho a él en la cárcel.

Ella probablemente pensó que había sido violado.

Una risa áspera escapó de la garganta de Yoongi. Si tan solo ella supiera. Incluso pensando en la expresión de Irene si alguna vez se enteraba... Hizo su cara arder de pudor y vergüenza. Nunca se había considerado a sí mismo homofóbico y había sido de la opinión de que no había nada malo en ser gay; simplemente no tenía nada que ver con él. Siempre supo que era heterosexual.

¿Qué pensaría su mamá si ella estuviera todavía viva?

Yoongi tragó duro. Había pasado casi un año desde que había muerto - él todavía estaba en prisión en ese entonces - y el dolor se había embotado, pero en momentos como este, de soledad, momentos solitarios, la extrañaba.

Suspirando, Yoongi giró sobre su estómago y hundió la cara en la almohada. Cerró los ojos e intentó contar sus respiraciones, trató de centrarse en cuantas respiraciones estaba tomando, dentro y fuera. No funcionó. La almohada era demasiado suave. El colchón era demasiado suave.

La habitación estaba demasiado caliente.

Maldita sea.

Un año. Él había estado en la cárcel sólo por un año, pero todo - su libertad, Irene, su relación - todavía se sentía surrealista. A veces, sentía como que su entorno desaparecería en cualquier momento y sería reemplazado por una pequeña, fría celda y un brazo pesado, posesivo, colgando sobre su estómago.

Yoongi maldijo entre dientes. No. No pensaría sobre eso.

No pensaría en él.

Se había acabado.

Era normal de nuevo.

Lo era.

* * *


Irene era muy bonita, con curvas en todos los sitios correctos, y esbelta en cualquier otra parte. Ella haría salivar a cualquier hombre con sangre roja.

Aun así, una vez más, Yoongi se encontró a sí mismo alejándose y mirando a su blanda polla consternado.

Se sentó y se pasó una mano por la cara. —Lo siento.
Detrás de él, Irene dejó escapar un suspiro.

—¿Quieres hablar sobre ello?

—No—, dijo, rodando fuera de la cama. Su cara roja de vergüenza y dándole la espalda, se puso sus shorts.

No podía mirarla.

—Realmente creo que tu necesitas ver un terapeuta,— dijo ella con cuidado.

Odiaba ese tono. Ella lo trataba como si fuera una persona muy enferma. Tal vez lo era.

—Yo no necesito un terapeuta,— Yoongi espetó.

—Sé razonable—, dijo. —Han pasado cinco meses, pero es evidente que tu aún tienes problemas. Yo no estoy incluso hablando sobre... esto. Tu continúas empujándome lejos. ¡Tengo que preguntarte si me puedo quedar a pasar la noche! Apenas duermes, y cuando lo haces, te he visto gemir en sueños, como si estuvieras en dolor. Tú no me hablas. ¡La mitad del tiempo estás tan distante que se siente como si no estuvieras aquí!

Yoongi espetó: —Si yo apesto tanto, ¿por qué sigues aquí?

El silencio siguió a sus palabras.

—¿Quieres que te deje en paz? ¿Es eso lo que quieres?

Suspirando, Yoongi se dio la vuelta y caminó hacia ella. —Lo siento,— dijo, envolviendo sus brazos alrededor suyo. —Yo no lo decía en serio. Lo siento.

Sabes que te quiero.

Él apretó la cara contra su pelo que olía dulce y cerró los ojos. Ella era tan suave en sus brazos. Tan pequeña. Tan frágil.

Tan errada, una voz susurró en el fondo de su mente.

Yoongi se mordió el labio con fuerza y abrió los ojos.

—Veré a un terapeuta.















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Boys In Prison ▪︎Kookgi▪︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora