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Tin

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Tin... Tin... Tin...

Las semanas pasaban borrosas unas entre otras, Jeongin recuerda poco acerca de cómo lograba salir de la cama. Cada célula de su cuerpo le dolía, el sol le lastimaba los ojos, y él de verdad no quería comer. Quería dormir, cualquier cosa que le ayudar a no pensar en Lee Minho y en que el hombre simplemente había hecho como si Jeongin o su relación, no hubieran existido.

No le había dado ninguna explicación, lo que hizo que llegara a preguntarse un millón de cosas y más. ¿Había hecho algo mal? Tal vez fue muy insistente, o tal vez no dio lo suficiente, quizá no era tan bonito y Minho decidió que era momento de terminar, tal vez no era suficiente, claro, nunca sería suficiente para él.

Alguien como Jeongin, nunca sería suficiente para aquel hombre que se llevó junto con él los mejores momentos de su vida, el calor en su pecho, la sonrisa en su rostro. Sentía un vacío constante en su pecho y extrañaba lo que una vez fue.

Fue Seungmin el que les indicó a Niki y a Yeji no mencionar a Minho por ninguna razón no necesaria. Sus amigos se turnaban para ir a la cafetería y "cuidar" de él, lo que no mejoraba su ánimo de ninguna manera, lo hacía sentir aún más débil; aunque lo estaba, sentía que una parte de él había sido arrebatada. Tampoco lo dejaban atender la caja registradora, y aunque la chica de ojos rasgados lo manejaba bastante bien, Jeongin no paraba de preguntarse si Minho seguía yendo por su café todos los días.

Un cappuccino con leche descremada, endulzante, vainilla y sin ninguna figura cursi en el envase...

Jeongin lo recordaba a la perfección. ¿Minho, lo recordaría a él?

Fue una tarde particularmente fría, pocos días antes de navidad, el invierno estaba en su apogeo. Jeongin sentía que el frío le calaba los huesos, pero al mismo tiempo estaba emocionado. Era la primera vez en meses que se sentía bien, tranquilo. La tempestad en su interior decidió darle un ligero respiro. Yeji tenía una prueba importante en sus clases de danza y no había manera en que Jeongin dejara que faltara, por lo que ella no estaba en la cafetería.

Niki era tranquilo, pero era algo distraído, por lo que Jeongin aún dudaba en que se encargara de la caja registradora. De igual manera, el menor no empezaba su turno hasta después de que sus clases terminaran, que era hasta después del almuerzo. Por lo que Jeongin estaba a cargo de la caja registradora, con Felix en la parte de atrás horneando galletas y postres para ayudarle a sobrellevar la carga de trabajo.

Debido al frío la cafetería tenía mucha clientela, eso y el hecho de que Jeongin no había parado de probar recetas nuevas de postres y amplió el menú de bebidas. Le estaba yendo bien al negocio, aunque por dentro el dueño sentía que la vida se le escurría entre las manos. Jeongin estaba tratando de ser optimista y mirar el lado bueno.

—Bienvenido...

Y ahí estaba. Tan impecable, pulcro y perfecto como siempre. Todo estratégicamente planeado para hacerlo lucir como cien millones de wones. Lee caminaba inmutable hacia él, con la misma sonrisa de gato, los mismos ojos juguetones y el mismo rostro esculpido por Dioses.

⋆𝘔𝘳. 𝘗𝘦𝘳𝘧𝘦𝘤𝘵𝘭𝘺 𝘧𝘪𝘯𝘦 - 𝘔𝘪𝘯𝘫𝘦𝘰𝘯𝘨-𝘏𝘺𝘶𝘯𝘪𝘯⋆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora