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Narra Emma
La luz que entraba por el gran ventanal de nuestra habitación hizo que se fuera mi sueño, a si que, con toda la pereza del mundo, me giré para despertar a Thomas pero me no lo encontré a mi lado. Refunfuñé mientras me levantaba, sabía que no me gustaba despertarme sola, que si tenía que ir me avisara para levantarme, tampoco era tan difícil.
Me dolía todo el cuerpo, ayer fue nuestra boda y nos acostamos tardísimo. Cogí un cigarro de mi cajetilla y lo encendí mientras bajaba las escaleras, me había puesto ropa, una camiseta y unos pantalones, no tenía ganas de ponerme un vestido ahora.
Llegué al salón y, antes de entrar escuché voces "seguramente sea Arthur" pensé, pero me equivoqué y por lo que vi, nadie más de la casa estaba despierto. Solo Thomas y yo, y claro la chica que había en mi salón llamada Tatiana, pero esa no había dormido aquí.
En cuanto escucharon la puerta cerrarse me miraron, yo miré a Thomas y él me señaló para que me sentase.
-Duquesa Tatiana, ella es mi esposa, Emma- Yo le ofrecí mi mano, pero ella me la ofreció erguida, para que le diera un beso en los nudillo, yo hice una mueca.
-Lo siento pero no, soy educada, no su perro para darle besos en la mano señora duquesa- Le dije sentándome en el sofá y poniendo las piernas encima de las de Thomy
-¿Va a permitir que su esposa me falte el respeto?- Thomas esperó a que yo respondiese, sabía que la gente así me ponía de los nervios, y para que no me enfade con el por haberla metido en mi casa y encontrármela en mi puto salón el día después de mi boda sin tener el despertar que quería en un día cómo estos más le valía seguir callado.
-A ver duquesa, no se como te educaron, pero soy una persona como tu, Thomas no es mi dueño, puede decirme las cosas a mí, ¿no?- Le dije, sin alterarme- Gracias- Le dije a la cocinera cuando me trajo el café y dejé el cigarrillo ya acabado en el cenicero- Podéis seguir con la conservación, y si me vas a decir que me vaya, Thomas me contará todo después, a si que puedes hablar- Dije dándole sorbitos pequeños a mi café.
-En realidad ya me iba, un placer hablar contigo señor Shelby, ¿me acompaña a la puerta?- Dijo mirando a Thomas, yo esperé que respondiera. Pero él sabía que como pasase esa puerta con ella, dormiría en la puerta. Ayer fue mi boda y lo que más se le ocurrió fue usarla para su trabajo, eso es lo que más me molestaba de todo esto.
-Helen- Llamó a una de las sirvientas- Acompaña a la duquesa a su coche, porfavor-
-Claro, señor. Acompáñeme duquesa- Ella no dejo de sonreír en ningún momento y la siguió.
-Buenos días- Dijo acercándose a darme un beso, pero yo giré la cara y me lo dió en la mejilla, luego suspiró- Siento lo de ayer, siento no haber despertado contigo y siento también meter a la duquesa en casa, pero es que nos han amenazado.
-Es el cura- Le dije, él me miró raro
-¿Cómo sabes que hay un cura?-
-Simplemente lo se, ¿He fallado alguna vez en eso?-
-No claro que, ¿sabes algo más?-
-Si- Le dije, luego lo miré a la cara- Ella lo sabe, y si no ha hecho nada ahora, no lo va hacer después- Le dije- Ten cuidado con ella Thomy
-Tendrás que venir conmigo a la cena, para saber quién más lo sabe, porque quién no esté informado puede estar de nuestro lado. Ya se que vas a decir que no quieres cenar con ellos, pero no cenaremos- Yo asentí, diciéndole que iría
-¿Y tu anillo?- Me preguntó.
-Sigue en el mismo sitio que ayer Thomy, no te preocupes- Dije enseñándole la mano donde tenía el anillo, para luego sentarme en su regazo, enredando mis dedos en su pelo.
-¿que te preocupa, amor?-
-Ese cura, y Alfie-
-Alfie es de fiar, a parte de lo que hizo la última vez, pero te ha ayudado bastante, y el cura no me da buena espina, no sé que pasará con él- Él asintió y me acercó a su cara para darme un beso en los labios
-No se que haría sin ti- Me dijo y yo sonreí, pegando nuestras frentes
-Me parece un poco impresionante que nuestro reencuentro fuera en el garrison, después de doce años- Dije
-A mi me sorprendió que me reconocieras- Dijo
-El garrison era vuestro, que mi padre me alejara de vosotros no significa que mi madre también, ella me hablaba de vosotros, no podría olvidaros, ni olvidarte- Le expliqué y él sonrió
