CAP III

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Amaneció y con ello escuche pequeños pasos, un corazón latiendo muy fuerte cerca de mi habitación, termine de sujetar mi cabello para girar y escuchar unos toques en la puerta. Al dar la orden de que pasaran me encontré a Edmundo junto a Enzo, sujetaba su hombro mientras avanzaban hacia mí.

¡Hermana! - exclamó Enzo corriendo hacia mí abrazándome mientras sollozaba.

Enzo mi pequeño hermano, ¿estás bien? - pregunte acunando su rostro en mis manos y besándolo.

Él está bien, he venido a traértelo para que veas que no soy tan cruel como dices - hablo mostrándome una sonrisa ladeada.

Eres un asesino, ¡mataste a nuestros padres! - grito Enzo convertido con los ojos inflamados de tanto llorar.

Enzo tienes que tranquilizarte- hable sujetándolo y girándose hacia mi.

Vete de aquí Edmundo - dije mientras sujetaba a mi hermano.

Pase una tarde tranquila con mi pequeño hermano, al comienzo calmando su ira y dolor, luego planeando mil y un maneras de irnos de estas tierras con ayuda de mis dos damas. Su sonrisa al imaginarse lejos me reconfortaba y me daba esperanzas de poder vivir una buena vida lejos de aquella mansión donde estaban los recuerdos más hermosos y a la vez los más dolorosos de nuestras vidas.

Ya anocheció y estoy cansado, ¿puedo quedarme contigo? - pregunto abrazándome

Si, claro - dije sonriente antes de que se abrieran las puertas.

No lo creo, tu hermana tiene un asunto pendiente conmigo, pequeño Enzo - interrumpió Edmundo entrando a la habitación.

Lleven al pequeño a su habitación, y encarguense de que se alimente bien no quiero seguir viéndolo tan débil - ordenó a dos damas que esperaban fuera.

Ve Enzo mañana podremos volver a vernos, lo prometo - hable observando cómo se lo llevaban

EDMUNDO

Sin ninguna duda podía decir que la mujer que tenía frente a mi compartía mi sangre, esa mirada desafiante a pesar de la situación en la cual se encontraba a su corta edad. Aquellos ojos celestes como el cielo, esos labios, ese cabello largo y con ondas oscuras como la noche y ese cuerpo tan esbelto y perfecto. Ella es la causante de mi locura y será ella la que aliviará y calmará mi mente y cuerpo.

¿Qué es lo que deseas? Tus guardias no me dejan en paz por lo menos tu respeta mi perdida- hablo sacándome de mis pensamientos.

Mañana podrás ir a ver el lugar que destiné para tus padres- respondí acercándome a ella.

Si eso es todo, te puedes retirar - hablo señalándome la puerta de su habitación.

No eso no es todo, de hecho, esta noche he venido por algo más - dije sonriente mientras sujetaba su muñeca.

¡Suéltame! No te basta con tenerme como una prisionera en mis propias tierras, ahora intentas ¿burlarte de mí? - cuestionó mostrándome sus colmillos e intentando soltarse de mi agarre.

Y mientras forcejeaba conmigo intentando que la soltase y lanzándome maldiciones, agarre la jeringa que me habían dado con el líquido paralizador de Kanima y se lo inyecte en el cuello, en ese momento perdió la transformación y la solté, sus ojos contenían sorpresa y miedo, sujetándose y caminando hacia la salida sin decir ni una palabra como un pequeño ciervo huyendo de su depredador.

ALELKXANDRA

No, no y no eran las negativas que se daba mi mente al verme débil, también me gritaba que huya lo más lejos posible, pero mi cuerpo no ayudaba. Corrí hacia la puerta empujándola y caminando lentamente ya que mis piernas no me obedecían; pronto mis brazos dejaron de obedecer y caí al frío y duro suelo, estaba consciente solo que no podía moverme.

DARK PARADISEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora