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Ese día no podía dormir. No entendía qué me pasaba, por qué estaba tan inquieta. Sentía como todo el cuerpo me temblaba, como si un terremoto me estuviera invadiendo completamente. Sin saber por qué, tenía miedo.

Me encontraba tirada en la cama, intentando dormir desde hacía horas. Como siempre, estaba tapada hasta arriba aunque el verano se encontrara a la vuelta de la esquina y ya empezara a hacer más calor. Pero bueno, siempre he sido una persona muy friolera.

Sin embargo, esa noche era diferente. Sentía un frío especial, como si algo lo estuviera provocando. No paraba de mirar a mi alrededor para encontrar el causante de mi insomnio, pero a la vez no quería encontrarlo. Cada vez que me giraba, encogida por el miedo, sentía que un par de ojos me observaba desde atrás. Y así toda la noche.


El parásitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora