4

7 0 0
                                    

El resto de la semana estaba como absorta en mis pensamientos todo el rato. Ya no sentía la presencia mirándome con esos ojos juiciosos, pero si tenía un miedo constante. Un miedo sin causa.

Hasta que llegó la noche del domingo, justo un mes después de la primera aparición, si se pudiera llamar así. Me acomodé en mi cama, encontrándola más fría e incómoda que de costumbre. Me llevé un rato mirando al techo, pensando en una cosa y en otra, y me dormí. Que gran error. Ese día cometí muchos.

El primero fue la hora. Las 1:14. Mala hora para dormir. Yo en ese entonces no sabía nada de esta dimensión de los sueños. Se dice que de 1:14 a 1:16 se abre una puerta de acceso a un sitio que solo se puede entrar en sueños. Pero es muy peligrosa ya que para salir de ella hay que seguir muchas reglas. Yo no cumplí ninguna.

El parásitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora