Capítulo 9: Esperanza

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Luego de otras 6 largas horas en auto, finalmente pudo regresar a su casa. Estaba muerto de cansancio, entre su insomnio y lo intenso que había sido su día, sentía que podría dormir una eternidad. Por suerte al siguiente día seria domingo, tendría tiempo de pensar en que decirle a su jefe el lunes.

Luego de tanto tiempo con la consciencia dormida, su intuición finalmente le avisaba que aquello era una muy mala idea. Mudarse a otra ciudad, tan lejos y dejando atrás una excelente oportunidad laboral solo por una chica, una que ni siquiera sabía si querría estar con él. Realmente la balanza se inclinaba más hacia una negativa definitiva que a una posibilidad esperanzadora.

Pero no tenía idea de poder amar a nadie como amaba a Pandora. ¿Quién sabe si sentiría lo mismo por alguien otra vez?

Realmente quería arriesgarse por ella, pero no podía negar que se le hacía un nudo en el estómago de solo pensar en cuanto cambiaría su vida.

Luego de consultarlo con la almohada, el domingo se levantó de la cama decidido a cometer una mala decisión, al fin y al cabo, el sabría cómo arreglarlo si algo (o todo) saliera mal.

Le tomó casi todo el día empacar lo suficiente para pasar una semana en Múnich y luego de una charla telefónica con Aiacos había acordado quedarse con él, algún tiempo en lo que arreglaba su situación habitacional en la nueva ciudad.

El lunes por la mañana, con un mejor ánimo se dirigió a la oficina para darle la noticia a su jefe.

El Juez Heinstein lo escuchaba de manera compasiva, ya que Radamanthys había aludido su notorio malestar a dudas sobre si la carrera judicial era realmente para él y quería probar con una nueva profesión para ganar algo de perspectiva. Todo iba bien hasta que Wyvern mencionó que aquella flamante oferta provenía de la misma universidad a la que asistiría su hija. Por primera vez se veía muy desconfiado de las intenciones de su secretario. Pero, el rubio de manera previsora había impreso los correos de su amigo Aiacos, en los cuales explicaba la oferta. Además, había ofrecido que llamara a la institución para corroborarlo.

Obviamente así lo hizo, frente a él, ya que tenía que confirmar que aquello era legítimo. Confiaba mucho en el joven inglés, pero eran demasiadas coincidencias como para fiarse.

Luego de verificar la veracidad de todo lo dicho por el muchacho, Claus simplemente le pregunto si estaba seguro de lo que estaba haciendo y le ofreció su ayuda si en algún momento llegaba a necesitarla. Pero no podía asegurar de que su puesto estaría disponible si él quisiera regresar.

Radamanthys fingió pensarlo por un momento antes de decirle que estaba completamente seguro de su decisión.

Dejo su carta de renuncia y regreso a su casa. Debía alistar muchos detalles para su mudanza.

Infortunado RomanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora