Uno.

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"¿Se casaría conmigo?" Me preguntó Benedict Bridgerton apoyado en una rodilla y mirando hacia su hermano mayor, Anthony, que lo miraba con precaución. Yo pude escuchar el carraspeo de Stephen, mi hermano y luego de verlo con el miedo que sentía, dirigí mi mirada al joven frente a mi.

"Sí me casaré con usted, Señor Bridgerton" respondí a su pregunta, aún podía sentir las lágrimas juntarse en mis ojos, sin embargo, los aplausos de nuestras familias no se hicieron esperar y fingiendo una sonrisa, tomé su brazo a la altura del codo, giré a ver a mi hermano, su sonrisa era genuina y pude observar cómo el mayor de los Bridgerton, riendo, le palmeaba la espalda a mi ahora prometido.

Ese sólo fue el principio del fin.

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Era el año de 1815, justo había comenzado el año con un frío abrumador en el campo; nieve, lluvia y hielo, mucho hielo, mi cumpleaños número 21 se aproximaba con rapidez y con ello, mi deber.

Anne Pembroke, vivo con mi padre Cornelius y sobrevive mi hermano mayor Stephen y mi hermano menor Rafe. Mi madre murió cuando Rafe nació, no soportó el parto, se desangró en su cama mientras el doctor hacía todo lo posible por detener la hemorragia, mi hermano por poco y no sobrevive al ser prematuro, fueron tiempos difíciles y tristes, yo apenas tenía dos años, así que no la recordaba en absoluto. Sin embargo mi padre y hermano mayor la tienen en su memoria tan vívidamente que pareciera que fue ayer la última vez que llegaron a verla.

Mi padre es un hombre amoroso, un segundo hijo de una familia de alcurnia londinense, que logró encontrar el amor y formar una familia feliz, el destino fue malo con nosotros al final, pero eso no implicaba que él, en ningún momento, fuera desdichado hasta la muerte de mi madre, lady Pembroke.

Cuando la historia de amor más trágica te es contada día con día por 19 años, aprendes cosas importantes, no apegarte demasiado a las cosas o personas, saber que todo es efímero y sobre todo, una lección autoaprendida... no enamorarse nunca.

Vi como mi padre año con año perdía más dinero, se ahogaba en alcohol por las noches y la servidumbre renunciaba o el ganado moría o era vendido, sólo los sirvientes más fieles quedaron al final, él ya ni siquiera salía de sus aposentos, Stephen comenzó a hacerse cargo apenas cumplió los 18, tantos años después, parecía muy difícil tener todo a flote de nuevo, pero lo logró, sus dotes administrativos eran incomparables, la granja volvió a surgir, se contrató a nuevos empleados, y el único inconveniente era no tener tiempo para conseguir una esposa y por ende, no había heredero para la familia Pembroke.

Desde los 2 años de edad fui educada como la "señora de la casa", siempre supe mi posición como mujer, nunca pedí más, nunca pedí menos. Exenté cada una de mis clases, ya fuera piano forte o idiomas, danza, incluso matemáticas, si mi única oportunidad de apoyar a mi familia era siendo una esposa, sería la mejor esposa que hubiera, la más talentosa, la más bella, la más dedicada, aunque no fuera por amor, mi esposo debería ser y sería el hombre más dichoso.

Y por tanto, ahora me encontraba en un carruaje que viajaba a la ciudad, mi doncella iba a mi lado intentando generar algo de conversación básica, solía hablar mucho con ella, sin embargo, este día era la excepción. Tenía mucho miedo, no podía mentir, una niña interior sólo puede pensar en casarse por amor, en encontrar a esa persona que haga que tu corazón se estruje, pero no sería mi destino.

"Sé que la modista finge su acento francés, mi prima trabaja con la familia Featherington y déjame decirte..." Millie, era una cotilla y normalmente me hacía reír muchísimo, sin embargo, en este momento sólo podía pensar en que no conocía a nadie en Londres y me aterraba hacerlo.

La casa en la que se detuvo el carruaje era grande y amplia, blanca con enredaderas hermosas por las paredes y entre los ladrillos, una pequeña reja negra la decoraba, aunque no parecía ser la dirección correcta ya que mi hermano se encontraba tres casas más al sur.

Obligado. Benedict Bridgerton Fan FictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora