El diario (II)

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- hoy no es tu día de suerte abuelo- chasqueo la lengua -ni tampoco el mío, creo.

Robert no sabía que hacer, el tiempo se le acababa, pero debía cumplir por lo menos una pequeña parte de su promesa, ¿pero como hacerlo si Max aún seguía con vida? Estaba vivo, el jodido soldado seguía respirando, pero Robert no podía esperar a que esto cambiase... Ya estaba muerto de una u otra manera, pero si Robert le clavaba la daga antes de que Max muriera primero, estaría asesinandolo, pero si no lo hacia habían dos posibles escenarios: o Max se convertía y listo, o los muertos entraban antes de eso y hacían de sus últimos minutos un infierno...

- no tengo tiempo para dilemas morales- hablo Robert tomando una decisión- así que suerte viejo- dijo al tiempo que colocaba sobre el pecho de Max, la daga que este le había entregado- ahora depende de ti

Después salió por la puerta de atrás de la cabaña. Y huyo de la muerte
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Habían pasado dos semanas desde que Robert huyera de su cabaña, ahora se encontraba viviendo en la parte trasera de una camioneta de mudanzas. La había elegido de entré muchos otros vehículos, en mitad de la autopista que daba hacia la costa, en la cual se encontraba varado. También había encontrado muchas provisiones como refrescos y comida enlatados, revisando el interior de los otros coches.

Los muertos eran escasos, y a los que pasaban cerca de su zona se encargaba de ellos decapitandolos con su machete nuevo. Tenía mucho tiempo libre y no tenía intensiones de movilizarse por un buen tiempo, así que en la tarde del segundo día de haber llegado ahí, decidió revisar el diario de Max, el cual llamaba su atención con el pasar del tiempo.

- Solo espero que tengas buena ortografía amigo- dijo Robert a la nada, mientras buscaba el diario.
Poco después de qué el Apocalipsis comenzará Robert desarrollo el hábito de hablar solo, en ocasiones a sí mismo y otras más imaginándose rodeado de otras personas. Cuando Robert aún tenía una vida, era un chico algo popular, que disfrutaba de la compañía de otras personas, así que era normal que añorara la compañía humana.

Robert echo un rápido vistazo hacia afuera, encontrando todo despejado, después tomo el diario y comenzó a leer

20- 09- 16

Esta es la primera vez que escribo aquí. Hoy ha comenzado, el Apocalipsis, el fin del mundo. Tal como lo predijo el doctor Lewis, el virus ha "despertado", esta madrugada me encontré con el caos, el miedo y la muerte. El doc me explico que el virus tardaría cerca de un mes en desarrollarse por completo, de asimilar todos los compuestos naturales y sintéticos existentes, en todo este tiempo se adaptó a nuestro entornó para poder evolucionar junto con el. Para ser invendible

30- 09- 16

En cualquier situación, dicen que el primer día es el más difícil. Y no se equivocan. Ayer la mitad de las bases militares en todo el mundo cayeron, las comunicaciones están fallando y los gobiernos se desploman. Acabo de salir de la base, junto con unos compañeros y mis dos mejores amigos. Apenas lo logramos, estamos destrozados moral y físicamente. Me consuela saber que mi familia esta a salvo, o eso me aseguraron. En cuanto pueda me comunicare con ellos

01- 09- 16

Hoy murió un hombre, y fue por mi culpa. El estaba forcejeando con un muerto y pidió mi ayuda, pero no lo ayude, pues el diario corría el riesgo de caer a un charco de lodo, y preferí evitarlo. Suena ridículo como lo digo, pero esto es más importante de lo que cualquiera podría pensar, debo llevarlo a salvo con el profesor Jacobo en el puerto. El doctor Lewis me recalco mucho que el diario no debe sufrir ningún daño, solo debo de escribir en el y nada más, debe dar la apariencia de ser un diario común, aunque yo se que es más que eso. Es nuestra última esperanza

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⏰ Última actualización: Jan 19, 2016 ⏰

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Tumbas rotas: el diarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora