Capítulo 6. Carne quemada y canciones que remueven el alma.

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Que bonito fue-Funzo & Babyloud

(se menciona durante el capítulo)

NELLY

Mi compañera de piso abrió la puerta, ya que era la única que había cogido llaves y según entramos lo percibimos. Olía a chamusquina, literalmente. La que reaccionó antes fue Julieta, a mí se me daba fatal reaccionar ante una situación de esta índole. Ella sin embargo, se dirigió escopeteada a la cocina y nada más entrar vio que se había dejado la sartén en la que estaba haciendo la carne picada para la lasaña con la vitrocerámica encendida. Yo llegué a los pocos segundos a la cocina, la cual estaba llena de humo, cuando mi amiga estaba desechando toda la carne a la basura.

—Madre mía Juli, eso está más negro que los cojones de un grillo—comenté alegremente mientras abría la ventana, en un intento de aliviar tensiones y animar el ambiente, aunque ocasioné todo lo contrario.

Julieta era una chica con muchísimas virtudes, era inteligente, guapa a rabiar, empática y muchas cosas más, pero si de defectos se trataba, se le daba fatal lidiar con la frustración y el tener que asumir que algo le había salido mal, ya que era demasiado perfeccionista. Así que mi comentario no había ayudado en nada e instantes después lo pude comprobar.

—Nel, callate, no estoy ahora para aguantar tus chistes de mierda que intentan hacer gracia pero no son más que chorradas—me soltó fríamente. 

—Julieta te vas a arrepentir luego de lo que me estás diciendo y lo sabes—le recriminé, aunque no me habían dolido sus palabras, porque sabía que luego vendría a mi cuarto rogando que le perdonara porque se sentía mal por lo que dejé de tomarme en serio lo que Julieta soltaba en estas situaciones la cuarta vez o así, y eso fue como a los dos meses de empezar la convivencia.

—Callate, esto es tu culpa, si miraras de vez en cuando por donde coño vas, no tendrías ahora mismo la frente tan horrible ni te habrías pasado una semana en el hospital. Así que si vas a decirme a mí lo que tengo o no tengo que hacer, primero arregla tu manía de darte hostias allí por donde vas y ya cuando eso ocurra me recriminas algo si acaso.

Después de lanzarme aquellas pullitas sin pelos en la lengua se fue a su cuarto y cerró la puerta con más fuerza de la necesaria. Yo me quedé cortada durante un par de minutos en medio de la cocina sin saber que hacer. Si hubiera estado ella sola en casa probablemente ahora tendríamos una sartén menos, lo sabía por experiencia. Si hubieran estado las gemelas conmigo probablemente nos hubiera hecho una ronda de pullitas, pero a estas alturas de la película ya nadie se tomaba enserio nada de lo que decía Juli cuando se frustraba porque ocurría una vez a la semana mínimo y la mayoría de las veces por chorradas como la de aquel día que se podría haber solucionado yendo a un super a por más carne.

Terminé de limpiar la sartén en la que previamente había estado la carne que ahora se encontraba en la basura, ya que probablemente comerse eso provocaría al menos ocho tipos de cánceres diferentes. Recogí la cocina, porque ya no íbamos a comer lasaña, asi que no necesitábamos tener la bandeja para el horno fuera ni ningún ingrediente como el tomate.

A sabiendas de que Juli probablemente no saldría de su cuarto en un par de horas y de que yo era bastante nula para la cocina, fui a mi habitación y me cambié de ropa de estar por casa a ropa de parecer una persona normal. Tampoco me compliqué mucho la vida, me puse unos pantalones anchos negros, una camiseta blanca y unas Converse. Metí en una totebag una sudadera por si acaso, los auriculares, el monedero, el teléfono, un paquete de pañuelos y el libro que me había regalado Aaron y fui a la entrada. Cogí mis llaves y seguidamente salí por la puerta. Mientras bajaba el primer tramo de escaleras, eché las llaves a la bolsa y terminé de bajar hasta el portal.

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