La verdad

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- ¡Así que eres la pequeña del grupo- Dijo Rubén con una pequeña sonrisa maligna.

-¿Me podéis explicar qué es lo que está pasando?- Pregunté poniéndome algo nerviosa.

Fue ese momento cuando Richard se levantó.

-Te conozco muy bien Elena, más de lo que tú te crees; tus padres y yo éramos muy buenos amigos, hasta aquel ''accidente''.

-¿cómo que ''accidente''?- Pregunté con un enorme nudo en el estómago.

-Porque no fue un accidente- Continuó él -Tú eras muy pequeña, tendrías 6 o 7 años cuando pasó, pero lo recuerdo perfectamente. Puede que te dijeran que todo fue una terrible casualidad, pero todo fue obra de aquel que se hace llamar ''La Sombra''. Y es que hace mucho tiempo nació una generación de familias con unas capacidades especiales. En concreto eran 5, uno para cada elemento dirigidos por el Rey Francis, pero él poco a poco se fue corrompiendo, y aunque de las cinco familias él era el más poderoso, cayó en la oscuridad, para acabar pasando el rey de la luz, al rey de las sombras. Los otros cuatro poco pudieron hacer, únicamente seguir aguantando el peso de la eternidad; todos al final, acabaron teniendo descendientes, pero ''La Sombra'' poco a poco fue acabando con los primogénitos de aquellas familias sin saber que el legado continuaba, pues aunque fueran inmortales, no eran indestructibles y uno tras otro fue cayendo. Los últimos en morir fueron tus padres. Ellos sabían que cuando llegara el momento sabrías lo que hacer; y es que tu padre fue uno de esos elegidos, al igual que el padre de Marie y las madres de Rubén y Jorge.- Terminó por explicar.


-Creo que esto es una broma- Dije realmente incrédula - Mi padre era un zapatero humilde y mi madre costurera- Estaba segura de que estaban confundidos.

-¡No! Eso es lo que te contaron en aquel orfanato - Dijo indignado- Se lo inventaron todo. Marie tiene el inmenso poder del agua, tan fuerte como los océanos.

Al ver mi cara de incredulidad, Marie comenzó a inundar la sala a una gran velocidad, hasta que el agua nos llegó hasta los tobillos y después la hizo desaparecer.


-Jorge- Continuó Richard- Tiene el poder de la tierra, con una gran fuerza capaz de mover montañas, y al mismo tiempo, la delicadeza de crear una simple flor.

En ese momento el muchacho se levantó y con una simple mano, cargó la enorme mesa de metal llena de trastos que había delante nuestro, sin hacer ningún esfuerzo.


-Y por otro lado Rubén, tiene la capacidad de controlar el viento y todo el cielo.

Fue en ese momento cuando el chico creó un tremendo vendaval que hizo que todos los papeles salieran volando.


-por último estás tú, con el tremendo poder y la destrucción de fuego- Richard dejó de hablar.

Todos se quedaron espectantes esperando a que hiciera una demostración de lo que era capaz de hacer, pero yo no era capaz ni de encender una cerilla, y mucho menos controlar su fuego.


-Pero yo no puedo hacer nada de esto- Dije intentando no decepcionarlos.

-¿No tienes ningún poder?- Preguntó la chica.

-No, lo siento, os equivocáis de persona- Contesté.

-¿Estas segura?- Preguntó Richard- ¿Te afecta el calor y el frío como a los demás?¿No sientes muchas veces una rabia increíble?¿No tienes la sensación de que no encajas en ningún lugar?-Siguió preguntando.


Me sentí realmente identificada con todas aquellas preguntas.

Sí, era cierto que el calor no me afectaba nada, pero el frío me debilitaba de una forma increíble.

Sí, también era verdad que sentía mucha rabia cuando me enfadaba y llegaba hasta el punto de desear la muerte, y que un tremendo calor me inundaba el pecho cuando alguien me cabreaba.

Y por supuesto siempre he tenido la sensación de no encajar.

Pero yo pensaba que todo aquello era normal.


-Pero yo no puedo hacer nada- Contesté tras haber pensado seriamente todo aquello.

-Lo llevas dentro, solo debes descubrir como sacarlo fuera- Me respondió Jorge.

Yo asentí muy poco convencida.

-¿Entonces te quedas?- Preguntó Marie muy sonriente.

-¿Quedarme?- Pregunté algo cortada.

-¡Claro, tendrás que aprender!- Me respondió la chica intentando convencerme.

-Vale- Contesté.


Pero mi cara no debía parecer muy segura, porque Rubén contestó con otra bordería.

-Bueno, peor que donde estabas no vas a estar aquí.

Yo asentí algo mas segura.

-¡Genial! pues esta misma tarde empezamos con tu entrenamiento- Exclamo Richar.

-Vale- Asentí, aunque no estaba muy convencida de todo aquello.

Herederos de elementosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora