La fábrica

24 2 0
                                    

Marie me acompañó hasta su habitación y me regalo un montón de ropa nueva que ella nunca se había puesto.
Poco a poco me iba sintiendo mas cómoda e iba perdiendo el miedo.
Entre todos los jóvenes me enseñaron la fabrica, por fuera realmente parecía que estaba abandonada, pero por dentro era todo un palacio.

Tenía una cocina enorme desde la que se podía acceder directamente al comedor; tres de las grandes salas, eran habitaciones, una para nosotras, otra para los chicos, y la mas grande de todas para Richard. La zona de máquinas la habían transformado en la zona de entrenamiento y subiendo unas estrechas y oscuras escaleras que había en la esquina de la sala donde se habían presentado, había una enorme sala de juegos con maquinas de recreativos y una mesa de ping-pong.
Pronto llego la hora de comer, por lo que fuimos al comedor, donde la comida ya estaba preparada. Todos se sentaron y entre Richard y Ruben habían colocado una silla y cubiertos para mi.

Un enorme sentimiento de alegría me inundó; nunca había comido con mas gente, nunca había tenido la comida preparada, siempre me tenia que buscar la vida robando, aunque la verdad es que se me daba bastante bien.
Me senté y cuando tuve la certeza de que todos habían comenzado a comer, empecé yo.
-¿Quién creó la ilusión de aquel niño?- me inundó la curiosidad.
-Fui yo- dijo Richard sonriente.
-¿Tú también tienes poderes?- pregunté devolviendo la sonrisa, aunque no me salió de forma muy sincera.
-Sí, pero no como vosotros- Me explicó- Cuando los cinco niños nacieron, a nosotros los "guardianes" los dioses nos obsequiaron con algunos poderes para proteger a los elegidos.
-¿Los dioses?-Pregunté algo confundida.
-Sí, el mundo como lo conoces es prácticamente una mentira. Realmente todo es mentira y todo es verdad, todos los dioses de todas las religiones existen, todas las religiones sin ciertas, pero ese mundo llega aun mas lejos, hay dioses prácticamente para cada elemento primitivo- Terminó de explicar.
-¿También los elementos?- pregunté mientras me comía un trozo de pollo.
-Sí, cada elemento tiene su dios, pero eso es mas complicado, porque cuando los elegidos nacieron, una parte del alma de esos dioses pasó a los niños- Dijo con la mirada perdida- y cada vez que esa persona muere, la parte del alma pasa a su descendiente, y así hasta el final de los tiempos.
-¿Y cuantos protectores hay?- Pregunte tratando de cambiar el tema de conversación al ver que los demás comenzaban a incomodarse al hablar sobre esto.
-Inicialmente fuimos diez- Explicó- Pero con el tiempo la mayoría se paso al lado de las sombras, y los que no lo hicieron fueron asesinados. Ahora solo quedamos dos.

Cuando Richard dejó de hablar, nadie mas volvió a decir una palabra; terminamos de comer y recogimos todo.
Aun tenia algo de tiempo para seguir conociendo a aquellas personas.
Vi que cuando todo estaba recogido los joven es subieron a la sala a la que se subía por las oscuras escaleras, así que los seguí.
Se sentaron en un sofá y me invitaron a sentarme con ellos.

Tras estar un rato sin decir nada Marie y Jorge se levantaron y se fueron. Nos dejaron a Rubén y a mi solos, lo que me resulto realmente incomodo.
Al ver que no me hablaba intenté sacar un tema de conversación.
-Tardan mucho, ¿dónde habrán ido?- Le pregunté.
-No sé, querrán estar solos- me respondió quitando importancia.
-¿A solas?-Pregunté- ¿por qué?
-¿No es obvio?- me dijo en un tono muy borde.
-¿Son novios?- respondí muy contenta intentando ignorar la forma con la que me había contestado.
-Sí- Fue borde otra vez.
-¿Y llevan mucho tiempo?- me picaba la curiosidad.
-Desde antes de que yo llegara- respondió esta vez de forma algo mas amable.
-¿Y cuanto tiempo llevas aquí?- volví a preguntar.
-Poco mas de un año- contestó.
-¿Tú ya conocías tus poderes?- pregunte con una mueca de decepción.
-No, pero se aprende rápido, ya lo verás- y sonrió intentando animarme.

Otra ver hubo un momento de silencio, pero esta vez no fue tan incomodo.
-Bueno...¿y que haces cuando ellos quieren estar solos?- pregunté.
-Pues quedarme solo- contestó algo molesto.
-Bueno ahora ya no te vas a quedar solo- Le respondí.
-¿Quieres jugar a las cartas?- Preguntó de golpe.
-Vale- conteste, aunque la pregunta me había pillado por sorpresa.
Sacó una baraja de cartas y me enseñó a jugar a un par de juegos.
Estuvimos jugando durante un buen rato, y por primera vez vi a Rubén reírse.
Aunque parecía un chico duro realmente era una buena persona.

Herederos de elementosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora