En las profundidades del Mar Angosto, en aquel momento estaba Ariel acercándose a una batalla que se estaba llevando a cabo entre dos aves de guerra (dos barcos pirata). El rugir de los cañones era destructivo, pero esto a la princesa marina poco le importaba en aquel momento, pues podía ver a aquellas criaturas de luchando entre si, además de los seres de los cielos: los piratas.
—¡impresionante! —decía ella desde una distancia segura. A pesar de la lejanía, los gritos de dolor y quejidos se podían escuchar bastante bien, perfectamente a decir verdad, sin mencionar que Ariel lograba ver a todos y cada uno de aquellas criaturas de cielo. En particular, uno llamo mucho su atención por lo característico que era: un poni terrestre de pelaje blanco, de ojo castaño oscuro, y melena y cola de tono oscuro. También llevaba puesto pantalones de cuero y camisa de fina tela blanca, y encima de esta prenda tenia otra prenda de color rojo. Y además llevaba un parche rojo en su ojo derecho.
A Ariel, le encanto físicamente ese poni terrestre, era muy hermoso, o al menos eso le pareció. La hija del dios y rey del mar, miraba en un momento aquel combate, pero en otro momento solo veía a aquel poni de parche rojo. De pronto, vio como debido a un choque entre ambos barcos, ella vio como aquel poni cayo al mar un tanto aturdido.
En aquel momento la princesa Ariel se adentro a las profundidades del mar hasta alcanzar a aquel poni que poco a poco se ahogaba. El agua se adentraba más y más a sus pulmones. Esto lo veía Ariel, pero no recordaba que aquellos seres de los cielos (poni y otros animales), por lo que tardo unos segundos para hacerle una burbuja de oxígeno y colocársela en la cabeza al terrestre. Esto no parecía funcionar, pues este animal seguía hundiéndose.
—¿qué le pasa? —se preguntó Ariel— ¿acaso estos seres no tienen branquias?.
Después de decir esto rápidamente Ariel pensó: <!claro, estos seres viven en el aire! ¡Entonces respiran aire!>.
La hipocampo: sirena (Ariel) entonces mediante el uso del control que esta tenia sobre el agua saco toda el agua de los pulmones de este ser. Incluso saco un poco de sangre del poni, y en ese instante Ariel se asusto un poco por lo que rápidamente detendría aquella magia, salvándolo de ahogarse.
En ese momento aquel poni, ya pudiendo respirar debajo del agua gracias a la magia de Ariel. Entonces, con su único ojo bueno, miro a la sirena mirándolo maravillada. Sin embargo, no sintió hostilidad en aquel hermoso rostro. En ese instante se diaria cuenta que estaba bajo el mar por lo que se asusto por un segundo pero después notaria la burbuja que rodeaba su cráneo.
—¿es un hechizo del mar? —le pregunto el a Ariel.
Y ella le respondería animada: ¡si!.
—ya veo —en ese momento el poni tomo a la princesa de una pata para dejar de hundirse. Luego le pregunto: —¿Quién eres tú?.
—¿mi nombre? —diría Ariel sin dejar de mirar fijamente a este poni— mi nombre es: Ariel. ¿ustedes también tienen nombres?.
El Capitán Eric, veía la ingenuidad. Miraba lo infantil en los ojos de Ariel. —mi nombre es: Eric.
✠✠✠
Un tiempo después. Luego de que Eric verificara que su barco estaba bien, le siguió a Ariel, quien quería mostrarle lo bello del fondo del mar. Mientras lo hacía recogía todas las piedras preciosas que miraba, haciéndose poco a poco más rico a cada momento.
Mientras nadaba al lado de Ariel, esta no paraba de decirle muchas cosas sobre el mar. Le mencionaba que en el mar era donde había más reyes, además de que había un montón de seres marinos. También le dijo: que a veces ella se comía a los de su especie, pero también le diría que por favor no me malinterpretes, yo los admiro.
Y Eric le contestaria: no te preocupes. Nosotros también nos comemos a los nuestros a veces.
Áriel respondería poniendo sus aletas superiores frente a ella en señal de negar aquello: no. Nosotros no nos comemos a los nuestros, eso es pecado.
—je —Eric nadando. Y también no le pondría mucha atención a sus palabras—. Ya veo.
—ustedes…
—si —respondió en seco, Eric.
Esto impresiono a Ariel. Sin embargo, continuo hablándole de las maravillas del fondo del mar, como queriendo convencerlo de quedarse con el cómo lo quisiera hacer parte de sus tesoros terrestres.
Sin embargo, Eric ya se estaba aburriendo. Lo único que lo mantenía nadando no solo era que Ariel era quien lo estaba guiando, sino también la belleza de esta y, sobre todo el bello tono de su voz tan melodiosa y relajante.
Después de un tiempo más, Ariel llevo a Eric hasta su lugar secreto: a su castillo de tesoros (aquel barco vacío) para, quizás, maravillarlo un poco. Pero, al contrario eso este le se aburria un poco más. De todas maneras, Eric no fue irrespetuoso pues incluso le dijo el nombre terrestre de todos aquellos tesoros, y poco a poco Ariel solamente se maravillaba (se enamoró) más y más del poni terrestre: Eric.
Ya después de otro rato, Eric decidió subir a la superficie una vez más, por lo que le pidió a Ariel que lo regresara a donde estaba su barco. Pero al ver que ya se quería ir a los cielos (a la superficie), Ariel intento convencerlo de que se quedara un poco más, pero Eric ya se quería ir, además de que se estaba molestando poco a poco por la insistencia de la sirena. Sin embargo, también sabia que en un mínimo segundo lo podría ahogar, por lo que él dijo: ¿te enamoraste?.
Ariel se sonrojo de pronto.
—ya veo —continuo el poni terrestre—. Podemos estar juntos ¿lo sabias?.
Ariel, sin quitarse lo ruborizado de su rostro puso atención a las palabras de Eric.
Y este, sabiendo lo que tenia que decir gracias a la intensidad que se reflejaba en los ojos de la princesa, continúo hablando: tú y yo, no podemos estar juntos. Tu eres del agua y, yo soy de lo seco: de la superficie. Aun así, yo sé que nuestro amor destruiría toda naturaleza terrenal y acuática, por lo que tú has todo lo posible para llegar a mí, y yo hare todo lo posible para llegar a ti, sin la necesidad de tener ningún tipo de magia entre los dos. Solo, seremos tú y yo, mi amor…
Ariel se quedo atónita con aquellas palabras, ya que, gracias a su inocencia, se creyó todo lo que el pirata le decía, por lo que no lo dejaría sin antes de darle un beso tronando la burbuja que le daba aire al pirata, por lo que rápidamente el terrestre intento salir lo más rápido posible a la superficie.
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FABULAS PONI 4: ARIEL.
FantasiAriel: es la hija del rey del mar. pero a pesar de nacer en las profundidades del mar, ella anhela y curiosea la superficie terrenal, y a sus habitantes. Ella, inocentemente se enamoró de la superficie, pero, pronto se dara cuenta que la vida de la...