5: EL AMOR.

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2 días después.

En el fondo del mar existía el reino acuático llamado: Atlantis. Este hermoso reino era gobernado por el dios y rey del mar: Poseidón. Aquel lugar estaba hecho casi simétricamente construida, cada edificación de piedra blanca con brillos por incrustaciones de bellas rocas. Además, unas cuantas algas servían de indicaciones de las calles y caminos del reino.

Toda la familia del rey estaba en su reino en aquel momento.   

Ariel estaba en la reunión de su padre al lado de sus hermanas. Ella escuchaba con atención las palabras de su padre Poseidón (quien tenia la forma física de un leviatán), como había estado haciendo estos dos últimos días.

Y desde esos dos días, Poseidón había estado muy, muy feliz de que su hija ya estaba más atenta y presente con su familia. Sin embargo, eso sí, después de ahora si cumplir sus deberes, ella desaparecía por un largo tiempo.

Y mientras ella hacia esto. Una de sus hermanas la seguía de lejos acompañada de una pequeña guarnición de soldados tritones, por ordenes de su padre. Esta sirena se llamaba Evadne. La princesa Evadne veía sorprendida como su hermana se acercaba a los Mercados Mojados, un lugar que estaba sumamente prohibido para ellas por ordenes de su padre, pues en ese lugar era donde había más brujos malditos: Seres marinos capaces de conjurar magias prohibidas.

Mientras Evadne seguía a su hermana, veía a los seres que estaban en ese lugar, los cuales no solo eran animales marinos, si no también seres terrestres, los cuales ella y sus hermanas se comían a veces. Aquellos animales deberían de estar muriendo por ahogamiento, pero debido a magias marinas podían andar en el fondo del mar (al menos en aquel lugar), como si de un lugar más fuese. La princesa acompañada por su guardia también veía al pasar algunos puestos que había en aquel sitio. Algunos tenían en sus mercancías cráneos, cuernos de unicornios, y piedras preciosas y de más curiosidades… pero sin duda, lo que más le llamo la atención, fue que en uno de esos puestos estaba lo que parecía un fragmento del tridente de Poseidón… ella quería detenerse y reclamar aquel tesoro de leyenda para regresarlo a su padre, sin embargo, eso no era lo que su padre le había ordenado.

Llendo detrás de su hermana, Evadne siguió a Ariel hasta un lugar muy profundo en aquel lugar del mar. La vio entrar en una cueva oscura y apenas iluminada gracias a unas cuantas algas. El camino solo dejaba ver un mero punto oscuro, el cual parecía no tener fin.

Aun así, a pesar del miedo que tenia en su cuerpo, la princesa Evadne, siguió a su hermana adentrándose en aquel desconocido y terrorífico lugar.

Ya adentro de aquella cueva, Ariel se detendría detrás de una enorme roca en la cual había unos cuantos huesos (Ariel no reconocería de que animal podrían ser esos huesos).

En ese momento escucho dos risas en una sola voz… una de aquellas voces era muy entonada y femenina, pero, la otra, era una voz masculina gruesa y profunda. Aquella voz gruesa retumba a través del agua y las rocas.

Ariel tuvo miedo por un segundo, lo que la hizo retroceder unos cuantos centímetros de vuelta a la entrada, solo para darse media vuelta y así mirar con temor que aquella entrada ya no existía. Ahora estaba encerrada, sin posibilidad de salir. Después se darse de nuevo media vuelta tenia ahora frente a ella a un misterioso ser: de aspecto casi muerto y que desprendía un olor a podrido tan fuerte que haría vomitar a Ariel.

—¡princesa, Ariel! —exclamo aquel ser con parte de sirena en el extremo superior de su cuerpo, mientras que en el inferior tenia cuatro tentáculos—. ¡Entonces, quieres verte con tu amado!.

—¿como lo…?

—existe la magia para poder hacerte caminar al lado de tu amado, en su mundo —interrumpió aquel ser de dos voces—. ¡Pero, estas dispuesta a pagar el precio del amor!.

FABULAS PONI 4: ARIEL.  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora