Capítulo cinco.

55 4 6
                                    

Sentí el golpe en mi cuerpo. Sentía como si el inmenso frío comenzaba a atravesar mi interior por causa del gran viento que iba en contra de mí.

Abrí mis ojos con algo de dificultad, con intentos de lograr ver lo que se encontraba frente a mí. El viento no me permitía observar a mí alrededor y se me hacía muy difícil poder quedarme de pie. Segundo después, de mi boca había se había escapado un grito ahogado y mis ojos se abrieron de par en par.

Todo a mí alrededor era de color blanco y color celeste. Las gigantescas montañas a mi alrededor que no me permitían ver nada más que nieve, riscos puntiagudos y por ultimo un cielo gris que anunciaba una gran tormenta, la cual se desencadenaría dentro de poco.

No tenía la más mínima idea de donde estaba y el miedo comenzaba a apoderarse de mi ser, convirtiéndome en un indefenso pájaro intentando sobrepasar una tormenta de nieve. Mi cabello se movía hacia todos lados y yo giraba lentamente, mirando el frío paisaje, intentando buscar una salida de esto.

Mis pulmones ya no me funcionaban bien y sentía mi respiración hacerse más dificultosa. Me enrede en mis propios brazos con la esperanza de recibir al menos algo de calor, pero fallé en el intento.

Estaba sola, en un lugar desconocido en el mundo. Tenía miedo y no sabía como es que había llegado aquí, pero necesitaba irme lo más pronto posible, salir de este lugar.

Mis pies temblaban y fallaron al momento en el que intenté caminar. Caí directo al suelo de rodillas y con mis manos en la nieve. Estas comenzaban a dolerme por causa del frío. Las mire detenidamente y en ellas, de apoco, empezaba a brotar una pequeña mancha color roja hasta volverse más grande.

Tenía sangre. El hecho de gritar era imposible, no había nadie y el viento junto con el frío me lo impedían.

De pronto oí un estruendo a mis espaldas. Con miedo, me voltee y una gigantesca avalancha caía en mi dirección, no había tiempo de escapar, sería muy tarde de todas formas. Por muy poco, sentí una lágrima caer sobre mi mejilla y apreté mis ojos con fuerza y miedo de sentir el impacto que estaría pronto sobre mí...

-Yoselin-

Sentí algo parecido a un golpe en mi corazón, y abrí mis ojos. Quedé sentada sobre la cama un segundo después de escuchar a Finn gritar mi nombre.

Pase mis manos por mi rostro y las mantuve ahí por un rato. Mi respiración estaba más que agitada y sentía mis músculos temblar por cada mínimo movimiento. Todo fue un sueño. Dejé mi cabeza caer en la almohada otra vez, cerré mis ojos entrando en calma. Estaba en la habitación de Finn, no en una tierra de nieve. Fue una pesadilla.

Me removí en el colchón y palmeé la mesita de luz en busca de mi teléfono. Vi la hora en él y marcaban las 11:28. Y yo aún seguía en la cama.
Algo mareada me levante de la cama, escuché el sonido de algo caer y estrellarse contra el suelo. Me quede quieta en mi lugar creyendo que había tirado algo por accidente, pero noté que el ruido provenía desde la cocina.

Bufé imaginándome a alguno de los dos chicos recogiendo cristales del suelo, tras haber hecho alguna tontería. Es que uno no puede comenzar un día tranquilo. Mucho menos cuando tienes amigos como Nat y Finn.

Después de lavar mi cara, me cambie mis pantalones de jean, por uno de los pantalones pijamas de Finn, esos sí eran cómodos. Camine a la cocina y mire a esos dos, sentados tranquilamente en los taburetes de la pequeña isla en la cocina, se veían normales y eso significa que hay muchas probabilidades de que hayan hecho algún desastre.

-¿Qué fue ese ruido?-pregunte.

Tome una taza de los cajones y serví cereal en ella.

-¿Qué ruido?-fue el primero en decir, Finn.

Blue SoulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora