Capítulo Siete

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Abrí mis párpados y todo estaba oscuro. Mi espalda se apoyaba en algo duro y frío que no pude distinguir. Mis brazos dolían y lo único que llegó a mí fue el pánico.

Estaba encerrada, sea lo que sea comencé a moverme desesperadamente intentando escapar. Reaccioné por en unos segundos y note que estaba bajo la nieve. La avalancha ya había pasado y yo estaba dentro de ella.

Mi cuerpo se sentía helado. El miedo se apoderó de mí y mi respiración estaba más agitada de lo normal. Mis pies comenzaron a patear el muro de nieve que tenía sobre mí. Estaba débil, mi nariz y mis manos dolían de tan frías que se encontraban.

Seguí haciendo fuerza mientras cerraba los ojos y pateaba la nieve. Me tambalee cuando mi pie hizo un pequeño agujero en ese estrecho e incomodo hoyo en el que me encontraba.

Las lágrimas desprendían de mis ojos y con urgencia mis débiles brazos buscaban la forma de salir de este horrible momento. Un pequeño rayo de luz dio en mi ojo y lo cerré inmediatamente. Volví a mi posición anterior y con la poca fuerza que pude paté con mis dos pies la dura pared haciendo que el hueco se agrande.

Mi respiración seguía igual pero una ligera y pequeña  sonrisa apareció en mí. Salí de allí débilmente arrastrándome por la nieve. Comencé a llorar, en parte por felicidad  sabiendo que me había salvado, pero en otra parte por miedo, dándome cuenta de que estaba sola y no sabía hacia dónde ir. Me perdí en medio de la nieve, fui arrastrada por una avalancha y ahora sobreviví de milagro con las pocas fuerzas que tenía. No sé qué hacer y solo puedo llorar.

Tosí sintiendo un dolor en mi pecho y abrí mis ojos con dificultad. Vi paredes blancas y azules a mí alrededor y gire mi cabeza sobre algo suave, para encontrarme con una pantalla marcando los latidos de mi corazón.

Moví mi cabeza y vi mis brazos siendo conectados por agujas y una pequeña manguera que conducía hacia una bolsa con suero.

-Dios-susurré moviendo mis manos y viendo los raspones en ella. Cubrí mi rostro con ellas soltando un largo suspiro.

La puerta se abrió y Nat apareció en ella. Cerró la puerta con su rostro serio, pero al verme despierta sonrió.

-Hey- camino hacia mí. -¿Cómo te sientes?-

-Débil-respondí en un murmuro.

Se sentó a un lado en la camilla y poso su mano sobre mi frente. Quito los mechones que tanto molestaban.

Solté un quejido y Nat aparto su mano.

-Lo siento-

-No importa-llevé mi mano hasta mi frente y el toque encontrándome con un pequeño pedazo de cinta. Al hacer contacto con eso el dolor volvió y fruncí el ceño ante la molestia.

-¿Qué es lo que tengo?-le pregunte.

Nat sacó el teléfono de su bolsillo y me lo entrego en la aplicación de cámara frontal.

¡Por Dios! Me veo del asco.

Mi piel estaba pálida y tenía los ojos algo amarillos alrededor. Mis labios secos con una pequeña lastimadura en la comisura y aparte de eso, cuando acerque el teléfono a mi frente, note como tenía un corte acompañado de un moretón.

-Cielos-le entregué el teléfono a Nat. –Ten, antes de que se rompa la pantalla-

El chico soltó una risa nasal y guardo el aparato.

-No te ves tan mal-

-¿Dónde esta Finn?-le dije.

-Está hablando con la doctora sobre tu estado, por cierto ¿Qué rayos hacías en el lago? ¿Estás demente Yoselin? –

Blue SoulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora