¡Las Gomitas Son Mias! // JiRosé [adapt]

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|último capítulo:|

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Jimin estaba en aquella cafetería de la universidad comprando algunas de sus gomitas favoritas.

Luego de comprarlas estaba dispuesto a salir de aquel lugar pero su vista se fijó en aquella chica, ahora rubia, que venía entrando con sus amigas.

Jimin sonrió levemente y se acercó a ella.

Rosé pudo observar al rubio que se acercaba a ella, disimuladamente acomodó sus rubios cabellos, humectó sus labios con aquel labial rojo cereza que tanto le gustaba y cambió su mirada a una más coqueta.

Jimin sentía que su corazón iba a salirse de su pecho al ver a Rosé. Era tan hermosa...que dolía.

Se acercó a la rubia quien disimuladamente le sonrió coqueta y bateó suavemente sus pestañas.

Jimin le entregó un paquete de sus gomitas favoritas, le sonrió coqueto y le guiñó un ojo.

Luego, sin decir nada, se fue de aquella cafetería.

Rosé mordió levemente su labio inferior.

A Jimin en serio se le veía bien aquella camisa que llevaba.

¿Qué?

Las chicas también pueden fijarse en lo bien que les queda la ropa a los hombres.

—Woah, es serio traes loco a Park, y el te trae loca a tí—Jisoo rió suavemente al ver la cara enamorada de su amiga.

—Creí que sí—a Jisoo casi se le cae la mandíbula ante la confesión de su amiga—Lo siento...debo irme...

Sin decir más se fue rápidamente dejando más que sorprendida a su mejor amiga.

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Rosé por fin llegó a su lugar favorito y buscó con la mirada al rubio.

Lo divisó a lo lejos, bajo su árbol favorito.

Rápidamente pero sin dejar su elegancia caminó hacia el rubio.

Jimin al observarla sonrió ladino y sintió como sus labios se le secaban lentamente.

—Creí que no vendrías—susurró cuando la rubia estuvo lo suficientemente cerca.

—Creíste mal, Park—Rosé aspiró el delicioso aroma que Jimin desprendía.

Jimin atrajo rápida pero suavemente a la rubia y rodeó su pequeña cintura con sus brazos.

Rosé posó sus manos en el pecho del más alto y levantó la vista haciendo contacto visual con aquel hermoso rubio.

—Eres muy hermosa—Jimin ocultó su cara en el cuello de la menor.

—Gracias—susurró mientras soltaba una suave risa.

Ambos se quedaron en esa posición por varios minutos, embriagándose con el aroma del contrario.

Jimin decidió arriesgarse un poco y provocar a la rubia.

El rubio empezó a repartir varios besos en el cuello de la menor, provocando que ella instintivamente ladeara su cabeza para que él tuviera más acceso.