Cuando la posibilidad de permanecer atada a una vida de amoríos fracasados y soledad eterna la persigue, Isabela decide solicitarle una visión a su tío Bruno para averiguar sobre la incierta existencia del amor en su futuro.
El resultado es todo lo...
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¿Cómo llamas a dos adultos que actúan como niños?
Al siguiente día la tensión era palpable y había una distancia abstracta entre ellos aunque sus hombros se rozaban a la hora de comer.
Para la orgullosa Isabela, que se sentía frustrada y molesta, fingir que él no existía debía ser sencillo.
Y Camilo, más triste que enojado, se escondía detrás de ser el mismo de siempre, insoportable y bromista con todos excepto con ella, uno sabe que algo anda mal cuando Camilo ignora a su víctima favorita.
No se dirigían palabra alguna más que un simple "Buenos días" para que los demás no hicieran preguntas, pero no era del todo efectivo.
──¿Qué sucedió? ¿Qué hiciste? ──llegó a preguntarle Dolores a su hermano en el oído poco después, la mirada de ella se dirigió a Isabela.
──Nada. ──contestó él alejándose.
Dolores se encogió de hombros al verlo irse, le sacaría el chisme tarde o temprano de todos modos.
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──¿Quieres hablar sobre Camilo? ──preguntó Mirabel ingresando a la habitación de su hermana.
Isabela simplemente mantuvo la cabeza en alto y habló de forma engreída.
──Prefiero hablar de cualquier otra cosa, ya desperdicié mucho tiempo en él. ──dijo, luego se dispuso a oír a Mirabel por el resto de la conversación contarle sobre una promesa que le hizo a Antonio de hacer un pequeño campamento en su habitación o algo así.
Pero la realidad era que ella seguía desperdiciando sus pensamientos en Camilo.
Más tarde, Isabela caminaba por su habitación hablando sola, su frustración hacía brotar diversas plantas en diferentes lugares.
