IV: ... Es Vivir.

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Pasó casi un año antes de que la amante del hentai mostrara avances suficientemente notorios para que los que no la conocían bien se dieran cuenta. Sólo la polaca y la neerlandesa sabían que había estado yendo con un psicólogo para corregir sus problemas de conducta y sobrellevar saludablemente lo que pasaba a puertas cerradas.

Les pidió una disculpa.

Las británicas no estaban tan seguras al principio, pero, con el tiempo, la de pelo gengibre y la adicta a la Coca-Cola pudieron ver que, efectivamente, la de ojos platinados tenía real interés en hacer las cosas bien.

Tamara no pensaba dejarlo pasar tan fácilmente. Y, ¿cómo hacerlo? Tanto daño no podía ser remediado con un "oye, fui una maldita perra contigo, lo lamento mucho".

Aparentemente, la de cuernos no pensaba dejarlo así, por lo que empezó a ser... sospechosamente amable.

Se acercaba a hablarle a lo largo del día, sólo para saludarle o preguntarle cómo estaba.

Si llegaba a faltar al liceo, llamaba a su casa, realmente preocupada, para preguntar si todo estaba en orden.

Si necesitaba algún apunte de alguna materia, que le explicasen de nuevo, o ayuda para estudiar algún examen, siempre estaba disponible.

Si la notaba decaída, le mandaba un montón de vídeos, memes, e imágenes chistosas, e intentaba acercarse lo más que le permitiera.

Comenzó a darle detalles lindos de vez en vez: collares, pulseras, maquillaje, ropa, chocolates, flores, cosas por el estilo.

Lo que más raro le parecía, es que, aunque también hacía cosas lindas por sus amigas, a ella le brindaba especial atención.

Mmm...

Pasaron meses así, no la había perdonado completamente, pero tampoco la alejaba con gran ímpetu. Se había vuelto una relación algo extraña.

Quería cambiar de verdad. Estaba cambiando de verdad. El resentimiento era profundo, pero se estaba esforzando en serio, por lo que no podía simplemente mandarla al cipote.

De repente, apodos raros e insinuaciones algo subidas de tono aparecieron. La amante del Ska pensó que esa era sólo otra manera de sacarla de sus casillas, así que ignoraba o insultaba de vuelta.

Quedó sacada de onda, sin duda. Después de tanto intentar cambiar, ¿simplemente tirarlo a la basura? Le parecía extraño, ya no recibía malos tratos de la mayor en altura, uno que otro insulto amistoso, sí, pero ¿algo que se pueda considerar abuso? no, en lo absoluto... Bueno, esas insinuaciones. Estaba confundida. Bastante. ¿Cómo no estarlo? ¿Será que lo ve como una manera amistosa de jugar con sus amigos? ¿O estaba en lo cierto y sólo quería molestarla porque sí?

Incluso ahora, viendo atrás, recordando... No podía estar cien por ciento segura de las acciones de la chica. Ciertas cosas le hacían dudar de su actitud —ejemrobotgiganteejem— pero otras le hacían creer que sólo era una paranoica y la noruega no representaba peligro alguno.

Como sea, apenas terminaron la secundaria, las cuatro chicas decidieron comprar una casa y se mudaron juntas.

Nada más que comentar, todo seguía relativamente igual.

Unas que otras cosas pasaban, como que un típico asesino de película de terror les perseguía por la casa y terminaban haciendo una fiesta de té en la sala.

Ya saben, lo usual.

¡Te reto a...! [ToriTam]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora