Capítulo 4

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"Nos tenemos que amar siempre, si no lo hacemos, moriremos."

¿Qué diablos significaba eso?, ¿no era muy extremo por parte de Luzu decirle eso cuando apenas comenzaban a ser algo? sin entender muy bien a lo que se refería, aceptó, tal vez con el pasar del tiempo comenzaría a entender el significado de la frase, ahora, no tenía tiempo ni mente para matarse pensando en tal cosa.

Aceptó, confundido, pero aceptó. Luzu le sonrió en señal de estar feliz, ¿feliz por qué? por la sumisión de Quackity, por la facilidad en la que él había aceptado inocentemente, más allá de eso, era la primera sonrisa que le dedicaba desde que se conocieron, esto le dejaba en claro que no siempre andaba de mal humor.

Luzu, después de sonreírle puso manos a la obra, a la par que seguía encima de Quackity se ocupó de retirarse el hoodie negruzco cuya tarea era la de cubrir su torso, quién diría que debajo de tal prenda se ocultaba un cuerpo de muy buena figura. De paso, se aprovechó de la posición en la que estaba para desprender las mismas ropas a su acompañante; contempló su tórax, que, a diferencia de él, era de una complexión un poco más delgada. —Te ves hermoso. —le menciona.

Desvió la mirada ante tal comentario, constantemente Luzu buscaba hacerle contacto visual, pero él no podía mantenerlo, encima, la temperatura del piso era bastante gélida, entraba en conflicto con la de su cuerpo debido a los comentarios del castaño, los cuales estaban logrando su cometido, alzar su calor. Con ambas manos, acariciaba el torso impropio, le gustaba juguetear y marcar sendas en la piel del cándido empezando desde el ombligo y finalizando en las aréolas para posteriormente repasarlas con ayuda de su lengua, el tacto de esta misma contra sus tejidos despertaban hormigueos en Quackity, le gustaba cómo lo tocaba, eran sensaciones que no había podido experimentar antes, también esto le dejaba muy en claro que Luzu contaba con mucha experiencia para hacer este tipo de cosas.

Cuando la excitación entre ambos iba de subida, oyeron el abrir de las puertas del baño. Una vez más, sus actos serían interrumpidos por alguien más, y, a diferencia de su primera vez en la casa de Vegetta, en donde a Luzu no le importaba si alguien les veía o no, aquí no podía tomarse esa libertad si no quería ser acusado y expulsado junto con Quackity debido a sus candentes indecencias.

De manera apresurada agarró todas sus prendas y las aventó al cubículo del baño más cercano, levantó a Quackity para así ambos dirigirse al mismo cubículo donde sus pertenencias se hallaban y poder encerrarse, más adelante de manera desmesurada lo sentó en su regazo tras ponerse él primero encima del váter, se inventaría alguna excusa para que no sospecharan sobre lo que estaba pasando ahí dentro.

—¿Hay alguien ahí? —preguntó una voz masculina, al parecer era el conserje.

—Sí... Lo siento, he tardado de más. —respondió Luzu con dificultades, el tener encima a Quackity estaba estimulándolo por los roces de su glúteos contra su virilidad. De forma habilidosa puso su mano contra el pantalón de su novio y buscó sacar su falo erecto, tras conseguirlo exitosamente comenzó a masturbarlo, empezando por masajes en el glande y recorridos de arriba a abajo con ayuda de su palma. Quackity se tapaba la boca con ambas manos para evitar que fueran escuchados, gracias a esta restricción de sus manos sobre su boca solo podían escucharse un par de gimoteos ahogados. —Seguramente algo me ha caído mal al estómago... —si no le convencía con eso, no sabía que más podía hacer, estaba haciendo el ridículo sólo por coger. —Si le parece bien, yo me encargaré de la limpieza una vez termine.

—He oído algo ahí dentro. ¿Estás bien, chico? Si ves que la cosa se complica asegúrate de ir a la enfermería.

—Ugh... Sí, tenga por seguro que lo haré. —las trabas al hablar aumentaban tras ver que Quackity comenzaría a menear su culo contra él. —Alex Quackity... ¿Tan hambreado estás por mi polla? —para su suerte, el conserje ya se había retirado del lugar. Retomó sus acciones, la masturbación junto con pequeños besos que iban desde la clavícula hasta la parte trasera del lóbulo estaban volviendo loco a Quackity. Encima, la forma en la que Luzu comenzaba a hablarle, tan sucia y degradante, le calentaba aún más, no sabía que muy en el fondo contaba con ese tipo de gustos.

—Dime más... Luzu... Dime más por favor. -suplicaba, estaba comenzando a entrar en el ambiente.

—Eres un guarro hijo de puta. En vez de decirte más, te voy a complacer. —a ser honestos, Luzu tampoco podía aguantar más tiempo, lo quitó de sus piernas y haciendo uso de sus manos retiró el cinturón de cuerina que rodeaba su cintura para poder bajar sus pantalones a la par que su ropa interior y así poder sacar su pene, Quackity le siguió la corriente y también se deshizo de sus pantalones, así, Luzu cuidadosamente comenzó a sentarlo de nuevo sobre su persona, pero con la gran diferencia de estar introduciendo una parte de él. Vulgarmente el ambiente se contagiaba gracias a los gemidos provenientes por parte del mexicano, y eso que apenas y estaba entrando, la cosa se volvería más intensa después de que Luzu se agarrara de las cinturas para poder terminar de bajar y cubrir por completo su falo gracias al culo ajeno, allí mismo comenzaría a traerlo de adentro hacia fuera repetidas veces sin intenciones visibles de parar.

El conjunto de sensaciones estaba logrando la sobreestimulación en Quackity, lo suficiente como para apenas y poder hablar claramente, llevó sus brazos a lo más alto para después colocarlos detrás del cuello de Luzu y dedicarle su respiración pesada.

¿Es lo mejor que puedes hacer? —cree oír el español. ¿En serio escuchó eso? —Repite tu mierda, Alex Quackity.

—¿Eh? —él no había dicho nada, o bueno, eso creía, estaba tan ido que ya ni siquiera sabía lo que estaba diciendo, tan pronto como pudo reaccionar sintió cómo fue azotado contra las paredes del pequeño cubículo del baño, dolorosamente sintió el rígido metal contra su rostro, contra su nariz, ¿estaba sangrando de esta misma? a esa horrible situación también se sumaban las manos contrarias alrededor de su cuello —¿Qué vergas te pasa pendejo? No dije nada.

—Ah, ¿sí? No soy como tus amigos imbéciles, yo sé lo que oí. —mencionó terminando de acercarse por detrás, había perdido la compostura. —Voy a decirlo de nuevo, repite tu puta mierda, o te voy a hacer repetirla. —era un desesperado, decidió aprovecharse de la posición en la que Quackity estaba, completamente contra el muro de metal, e introdujo un dedo por la cavidad anal, Quackity sólo podía quejarse sobre esto al sentir cómo se movía dentro de él, gracias a ese comportamiento, sumó otro dedo para extenderse en compañía del otro. -¡L-luzu!... -musitaba, sin embargo no conseguía que parase para que le dijera que quería oír con exactitud.

—¿No lo vas a decir? Está bien. —al recto se sumaba nuevamente su verga y reanudaría aquella secuencia en donde entraba y salía de una manera más agresiva, más rápida, Quackity sentía cómo el bálano rozaba contra su próstata, gracias a sus dedos tenía el orto completamente a su vista por lo alzado que estaba a causa de estos. Lo podía manejar a su antojo, estaba jugando con él, ni siquiera agregaba pausas para dejar que descansara. Luzu pensaba que estaba bien, Quackity se lo había buscado al provocarlo y decirle eso.

Pasaron un rato así, por la boca de Quackity comenzaba a escurrir saliva que quedaría diluida en conjunto con la sangre de su nariz y acabaría estampada contra el suelo. Las carnes de ambos chocaban mutuamente dejando así salir sonidos obscenos. Cuando Luzu por fin daba indicios de llegar a su clímax sujetaría con más fuerza el cuello ajeno y sus embestidas bajarían la velocidad.

Al ya no poder, eyacularía sin más dentro de Quackity, y esta acción haría que Quackity también hiciera lo mismo. Sentía el lento escurrir del esperma por su pierna, el suelo era un escenario asqueroso, una mezcla de saliva, sangre y semen no era agradable a la vista. Luzu retiraría su miembro del ano de su novio y Quackity sólo quedaría inmóvil en lo que recuperaba sus sentidos.

—Apúrate, le prometí al conserje que limpiaríamos nuestro desorden. —mencionaba mientras se terminaba de vestir. Luzu fue el encargado de romper el silencio que se había formado entre ellos tras tener sexo, mutuamente limpiaron el lugar, pero por alguna razón entre ellos estaba la sensación de extrañeza. Quackity no estaba molesto o algo parecido, solo estaba presente la incógnita de saber qué era lo que Luzu oyó que le hizo molestar tanto y cambiar su trato.

Después de terminar de limpiar, cada quien se fue para su casa como si nada hubiese pasado, aunque obvio, a Quackity le delataban las mordidas, el golpe en su nariz y... Su peculiar forma de caminar. Al llegar a su hogar lo primero que hizo fue agarrar el celular y contarle lo sucedido a Rubius, como debe de ser, eran íntimos amigos.

—Quackity...—resonaba la voz de Rubius por el altavoz.

—¿Sí?

—Qué mierda.

Amari: Obsessionem | LuckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora