18. George Weasley

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Mi llegada a Londres fue tranquila gracias a que vine por un trasporte Muggle. Mis bolsos los había dejado en el hotel, también Muggle, para ir más ligera. Hace cinco años que no tocaba mi ciudad y mucho menos el Mundo Mágico de Londres.

Hace cinco años apenas había terminado Hogwarts la selección de Quiddich de Noruega me recluto luego de ver uno de mis juegos. Dude mucho en irme pero al final me fui, dejando a una familia aquí.

Con muchos de ellos aun hablaba atreves de cartas que contantemente me mandaba. Más con Harry, mi primo. Había creado un vínculo de hermandad con el de gafas, mucho más valioso del que tenía con mi hermano pequeño.

Harry y yo éramos los únicos de mi familia que eran brujos. Mi madre nunca me quiso así que crecí sin el amor de una familia, gracias a eso pude darle a Harry todo lo que no me daban a mí, apoyo y amor.

Al llegar al callejón entre en la cafetería donde me encontraría con Harry. Ignore las miradas sobre mí, y seguí caminando hasta que el característico cabello de mi primo y sus gafas me hicieron reír. Me coloque frente a él y el levanto la mirada del periódico.

— ¿Sigues leyendo eso? —Pregunte. No espero para levantarse y abrazarme. Ambos disfrutamos el abrazo. Hace mucho tiempo que no nos veíamos.

Estuvimos hablando de muchas cosas durante las horas y de vez en cuando nos interrumpían para pedirme un autógrafo mío y de Harry.

El foco de atención en este momento era Ginny y su futuro casamiento. De mis giras y juegos, mis padres y hermano menor. Y un tema que no quería que toque, George.

—No ha estado con nadie después de ti...

—Harry. —Advertí. El tomo mi mano. Él sabía muy bien lo que había sentido al separarnos por la distancia que nos ganó.

—El aun te ama, y no puedes mentirme, sé que tú también lo amas. —Ese consejo seno tan maduro que negué con una sonrisa.

— ¿En qué momento te convertiste en un adulto, Harry? —El negó viendo muy bien que quería cambiar de tema.

—Hace mucho pero parece que te quedaste atrás. —Fruncí el ceño. —El está aquí a la vuelta, ve. Hablen, lo necesitan.

—Sí que podrás, peleaste contra tres brujas poderosas y ganaste, sobreviviste a tantas cosas. Tú nunca pierdes. Esto no te puede ganar. —El apretó mi mano en apoyo y luego se despidió dejándome sola en la cafería, con una crisis mental.

Luego de lo que parecía una eternidad me levante y camine por el callejón, había gente pero no mucha. Unos colores naranjas y una estatua de un hombre pelirrojo con una visera me llamo la atención. Sabía que esa era la tienda la había viste en varios periódicos.

En la entrada del local donde había varios niños comprando estaba un chico alto pelirrojo y con un traje anaranjado, mirando el cielo, pensando. Ese no era el mío.

—Creo que lloverá, ¿Fred Weasley está pensando? Imposible. —Una sonrisa burlesca creció en mis labios al ver la cara de sorpresa en el gemelo.

—Por Merlín...—Corrió abrazarme, levantándome del suelo por la altura. Paraca que cada vez crecían más. —Cuanto tiempo, debo...

— ¡Hey! ¿Puedes venir ayudar...? —Fred se quita de delante de mí y por fin lo veo a él. Su voz se apaga cuando nuestras miradas se juntan.

Fred quedo en medio de ambos, pero lo busque el ya no estaba allí.

Ninguno decía ninguna palabra. No sabíamos que decir. Nuestra relación termino con una carta, que aún conservo. Mi boca se abría y cerraba tratando de decir algo pero nada salía de ella más que suspiros.

—Hola. —Hablo él.

—Hola— Sonreí y agache la mirada. — ¿Cómo has estado?

Él se acercó con las manos en sus bolsillos y con los labios en una línea fina. Levanto sus hombros en respuesta.

—Bastante bien. —Su respuesta fue corta pero me puse muy feliz. —Ah y felicidades por la victoria del sábado.

Sabe de mis victorias.

—Gracias. — Sonreí. Mis manos por primera vez en mucho tiempo se juntaron con nerviosismo. —Me alegra que te haya ido bien.

—Entonces no te pongas nerviosa. —Dijo con la ceja alzada mientras miraba mis manos.

— ¿Qué? — Señalo mis manos. Las oculte en mis bolsillos con rapidez. Me conocía bastante bien.

El silencio reino nuevamente entre nosotros. Pero no era incomodo sino nostálgico. Sus ojos me mostraban tantos recuerdos que no soportaba mirarlo por mucho tiempo, y él lo notaba.

—Yo...—Buscaba las palabras. No sabía muy bien que decir ya que no era la culpa de ninguno por nuestra separación. Era la vida, teníamos sueños diferentes. —Yo...

Sentí un abrazo en mis costillas que me apretó con fuerza. Pero no era George.

Un niño de no más de 10 años se aferraba a mí. Luego vino otro y otro, todos tenían una libreta entre sus manos. No entendía lo que decían pero me extendían sus cuadernos para firmar y por desesperación hacia un garabato rápido, no quería que George se fuera.

Mientras más niños y niñas trataban de llamar mi atención. Mi mirada buscaba con desesperación a George, por encima de los niños.

Cuando finalmente lo encuentro, estaba apoyado en la entrada de su tienda, con las manos en los bolsillos y con una sonrisa leve que no entendía que significaba pero me dolía. Mi garganta se cerró provocando que mi vista se nuble.

Harry tenía razón.

Aun lo amaba. 

•~One-Shots de Harry Potter~•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora