Tanto ruido para nada

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Anakin desapareció por tres semanas.

No lo pudieron rastrear a través de la nave de los Naberries, pues había deshabilitado la baliza y, como descubrieron después, la había estrellado en una de las lunas de Ryloth, para luego partir hacia rumbo desconocido.

Obi-Wan tampoco podía sentirlo. Se encerró en su habitación de la casona de Tierra de Lagos y se abrió a la Fuerza con una petición en la cabeza: " ¿Dónde estás? ". Una pregunta que reverberó dentro de su cabeza hasta que perdió total significado y se volvió estática. Hasta que él, su cuerpo, se volvió una vasija, para que la Fuerza pudiera habitarlo, para que la Fuerza lo deshiciera, lo desmoronara en átomos y lo volviera a armar, lo convertiría una flecha a través del espacio, en búsqueda de su blanco. Pero delante de él solamente encontró la negrura del universo, que lo miraba de vuelta con indiferencia, con pena. No había rastros de su dorada signatura, ni de su furia, ni de su tristeza.

Intentó lo contrario, también. Intentó convertirse él, entonces, en la baliza de Anakin. Una voz que pulsaba constantemente, que le decía dónde encontrarlo, que le pedía que volviera. Se prometió decirle todo. Le prometió a la oscuridad que si Anakin volvía a él le diría todo. Todo lo que le había confesado a Padmé, en una muestra patética de celos y rabia. Le prometió al enmendar el camino, le prometió recuperar el tiempo perdido, le prometió perdonarlo por sus faltas. Las salidas nocturnas, las peleas con sus compañeros, su relación con la senadora. Su total y terrible falta de remordimiento. Solamente tenía que volver. Vuelve, Anakin . No te puedo regresar a tu madre, pero me puedo entregar a ti, totalmente, como siempre me has pedido y como nunca lo he hecho.

La culpa le ardía en el estómago. Por supuesto que no. Le pedía a la Fuerza una cosa, pero se arrepentía al segundo siguiente. No podría hacerlo, aunque quisiera. El arrepentimiento le impedía respirar: le había prometido a Qui-Gon, lo había prometido a la orden que lo entrenaría como jedi, que haría todo lo posible, incliso más, para que él consumara su destino, la razón de su existencia. ¿No era igual que Padmé, después de todo? Un hombre egoísta que no podía dejar a Anakin, pero tampoco podía dejar su deber, su responsabilidad con la República y los suyos. Porque era verdad lo que le había dicho a Padmé: era un fracaso. Como jedi, como maestro, como amigo. Se estancaba en bagatelas, le atormentaban las pequeñeces, las notas al pie de página, las anotaciones al margen y no podía fijar la mirada en el texto principal, en la gran imagen, en Anakin, su Anakin, el elegido de la Fuerza, al que le había entregado su vida, 10 años atrás y al que había decepcionado tan terriblemente. Se levantó, finalmente, y le dijo al aire, como para que tomara solidez, como para que no solamente reverberara en su cabeza: Haré lo que debo hacer .

El consejo lo llamó. Mace Windu y Yoda aparecieron, azules y espectrales, en el transmisor de su mano. Le dijeron que la pista sobre la nave de Jango Fett era verídica. Todo indicaba que Geonosis era el centro de operaciones de los separatistas. Y que además, luego de lo sucedido en Kamino, tenían muchísimas razones para sospechar que el conde que había mencionado el cazarrecompensas no era más que el Conde Dooku de Serenno, antiguo maestro jedi, maestro de su maestro Qui-Gon Jinn, ex-padawan de Yoda.

Yoda agachó las orejas, visiblemente afectado. Le explicó que luego de la muerte de su amigo Sifo-Dyas, Dooku dejó la Orden con la excusa de volverse la cabeza del gobierno de su planeta natal, pues luego de la muerte de su madre, él era el siguiente en línea. Mace Windu solamente negó con la cabeza. Le dijo que él debía dejar a la senadora en Naboo y viajar hacia Geonosis. Todos los maestros jedi estaban de camino allá. Esta era su oportunidad para aplastar a los terroristas y al, que creían, era el maestro sith detrás de toda la trama.

"¿Has escuchado de Skywalker?", le preguntó, finalmente.

"No. Perdimos su rastro en Ryloth"

"Entonces, que la Fuerza sea la que nos acompañe, si no vamos a tener a su Elegido con nosotros"

El tejido de nuestras almasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora