Desafiar a los espectros

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Lo golpeé.

No me importaban sus razones ni sus pesares. Lo golpeé directamente en la cara, con toda la fuerza que pude reunir en ese momento, la palma abierta sobre su rostro cubierto todavía de los canales secos de sus lágrimas. Él recibió la bofetada con toda la dignidad que le quedaba. No me dijo nada ni me detuvo. Se dejó golpear hasta que yo misma me cansé. Yo tampoco estaba llorando. Sentía que no me quedaban lágrimas por llorar. Solamente una furia incontenible, que ahora ni siquiera podía entregársela a la Fuerza. El maestro sith de Anakin nos buscaba. Buscaba a su aprendiz y debíamos ocultarnos, o encontraría que no solamente Anakin estaba vivo, sino que tenía dos hijos recién nacidos, que eran poderosos en la Fuerza. Maldita sea.

"Tú debiste haber muerto en lugar de él", le dije y él asintió, sosteniéndome de las manos, aunque yo ya no tenía ganas de seguir abofeteándolo. Me soltó con delicadeza. Las palmas las sentía calientes y adoloridas.

"¿Te sientes mejor?"

No le contesté.

"Necesitas mirar dentro de ti", comenzó a decirme, mientras se pasaba una mano por la mejilla. "Mira dentro de ti, no de tus barreras mentales, las que construiste en el templo, sino dentro de tu propio corazón y ver qué es realmente lo que hay ahí"

"Sólo... cállate"

"No, necesitas escucharme. Es vital "

"Entonces preferiría morirme"

Anakin chascó la lengua.

"Los jedi se comunican con la Fuerza porque ésta los atraviesa. Son vasijas de su poder. Pero eso los hace vulnerables. Estás ahí afuera, abanderando la luz a la vista de todos. Los sith se comunican con la Fuerza porque ellos la poseen y la guardan dentro de sí, por eso han sido invisibles para la Orden hasta ahora", me contó, mirándome a los ojos. "Ya no eres un jedi, Ahsoka. Necesitas comenzar a comportarte diferente, como lo que eres ahora"

"Eres un cínico", le contesté yo, levantándome. Los bebés seguían llorando al fondo de la nave, en la enfermería y prefería quedarme en una habitación con dos criaturas que berreaban a seguir escuchando sus sandeces.

"¡Esa furia que sientes es lo único que te queda! ¡Es lo único que nos queda a los dos"

"¡No! No soy como tú"

"Eres exactamente como yo", aseguró. Ahora él estaba enojado. Consideré sacar mi sable y acabar con aquella discusión de otra manera. "Por eso estamos aquí los dos"

"No te equivoques, Skywalker. No soy nada como tú. Y si estoy aquí, no es por ti. Es por los niños. Es por Padmé. ¿Te acuerdas de ella? ¿La senadora de Naboo que acabó con el reinado de terror de Darth Maul? No como , que te uniste a ellos"

"Ella tenía sus razones para hacer lo que hizo", dijo Anakin, fijando la mirada al espacio. "Y yo las mías"

"Nunca te voy a perdonar", le contesté yo, completamente segura. "Nunca, nunca te voy a perdonar lo que has hecho".

"Bien"

Encerrada en la enfermería con los hijos de Anakin me di cuenta de que aquella pesadilla solamente estaba comenzando. Luke y Leia, aunque en ese momento no podía distinguir quién era quién, lloraban tan fuerte que parecían temblar. Yo no sabía qué hacer. ¿Tendrían hambre? ¿Frío? ¿Les haría falta su madre? Busqué en la computadora de la pequeña enfermería algún protocolo para bebés humanos. No había mucha diferencia entre los humanos y los togrutas. Menos estómagos y no tenían montrales. Tenían la sangre roja, su piel podía ser de diferentes colores. Tenían cabello. Aunque los humanos no tenían mucho cuando nacían. Me asomé para volver a verlos. Recuerdo que me parecieron particularmente feos. Pequeños y arrugados. Quizá lo que tenían era hambre. Busqué por toda la enfermería, pero no había alimento para bebé. Según el manual de la computadora, debíamos darles de comer con un biberón, aditamento importante que tampoco tenía la enfermería. No decía mucho más. Al final del texto, rezaba: "Aunque es probable que tratar con un recién nacido le provoque ansiedad, en unas semanas desarrollará una rutina y será todo un experto. Si tiene alguna pregunta o hay algo que le preocupa, pídale a su médico que le recomiende recursos que podrán ayudarlos a usted y a su bebé a crecer juntos ". Ahí en la enfermería sólo estábamos yo y los bebés.

El tejido de nuestras almasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora