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Cuando abrió los ojos, el albino noto rápidamente algunas cosas, una de ellas era el agudo dolor que tenía en los ojos, además de la obvia hinchazón.

La segunda había sido que se encontraba solo, no recordaba haber llegado a su cama en algún punto de la noche, por lo que supuso que el azabache lo había dejado allí.

Al levantarse decidió desperezar su cuerpo, escuchando algunos crujidos en el proceso, cuando sintió la punzada que comenzaba a hacerse común, no comprendía de donde venía el estímulo hasta que presto más atención al aire que flotaba en el ambiente.

Casi podía adivinar que el olor perteneciente al contrario se encontraba impregnado en sus ropajes después de la cercanía del día anterior, respiro profundamente, permitiendo que las lágrimas cayesen para evitar dolores innecesarios.

Después de todo, ese día era un día importante, un nuevo evento en el que necesitaba encontrarse lo más alerta posible, lo cual en su cabeza sonaba como un gran reto debido a sus recientes problemas.

Se dirigió a los cofres que conservaban sus cambios de ropa, cuando noto que sobre los cofres que pertenecían a Spreen se encontraba la camiseta que había usado la noche anterior, sintiéndose repentinamente avergonzado cuando noto que estaba llena de escarcha brillante.

Intento ignorar el hecho mientras se cambiaba con rapidez, consulto la hora en su teléfono confirmando sus sospechas, no le quedaba demasiado tiempo antes de que fuesen convocados en la montaña.

El albino comenzaba a acostumbrarse al tintineo de sus lágrimas al chocar contra una superficie, tanto que a veces no podía estar seguro si se encontraba imaginando el sonido o realmente estaba llorando.

Era una situación agotadora, apenas podía descansar correctamente debido a los constantes dolores que lo aquejaban, y sumado a ello debía continuar con las misiones diarias.

Cuando obtuvo los suficientes recursos, se lavó el rostro, eliminando cualquier evidencia de las lágrimas brillantes, notando entonces el temporizador que le indicaba que pronto comenzaría la aventura.

No tardo en encontrarse con sus amigos que se habían reunido en el búnker para una repartición de miel, puesto que al parecer sería necesaria, pronto se enteró de que aparentemente Shadoune era un capitán.

Escucharon atentamente la escasa información que podía proporcionar su amigo antes de que fuesen teletransportados a la montaña.

Una vez en el lugar siguieron las instrucciones a las cuales se había acostumbrado a lo largo del tiempo, no le presto demasiada atención a las palabras conocidas, puesto que el dolor que comenzaba a formarse detrás de sus ojos comenzaba a descentrarlo.

Sin embargo, la expectación comenzaba a adueñarse de su cuerpo a medida que se acercaban a la zona en la que una vez más verían a su posible muerte frente a frente.

No tardaron demasiado en comprender por qué habían dicho que aquella sería la expedición más difícil hasta el momento, no solo debían lidiar con el ambiente que no les favorecía en lo absoluto, sino también con las escurridizas abejas que los envenenaban sin descanso.

Había sido una situación realmente complicada, avanzaban un paso y se veían obligados a retroceder dos en busca de proteger al mayor número de personas de una muerte segura, sus recursos comenzaban a menguar rápidamente, por lo que sin más opción el grupo comenzó a avanzar.

El albino podía vislumbrar ocasionalmente a algunas personas que caían en los charcos de miel, ocasionándole una mueca, puesto que aquello parecía atraer a las enloquecidas abejas.

Para complicar aún más la situación, abejas explosivas se sumaron en el ataque, obligándolos a apiñarse en pequeños grupos para proteger a quienes menos recursos poseían.

STARS TEARS [Spreenter]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora