Tras la innegable vuelta del señor tenebroso, el mundo mágico está dividido en dos: aquellos que siguen a lord Voldemort por miedo y aquellos que tiene el valor suficiente como para seguir a Harry Potter.
En el corazón del castillo de la escuela de...
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𝓐┃𝑨𝑳𝑬𝑺𝑺𝑨 𝑷𝑶𝑻𝑻𝑬𝑹
—¡Malfoy! —chillo, corriendo detrás de él, agarrando con fuerza el asa de cuero de mi bolso de cuero para que no se me caiga.
Malfoy está al final del pasillo, pero se que me ha escuchado perfectamente, siempre lo hace.
Pasa rotundamente de mi, aunque ha mirado hacia atrás y me ha dedicado una sonrisilla traviesa.
No sé cómo no me he dado cuenta, pero han pasado unos dos meses y medio desde que Draco Malfoy se convirtió en mi tutor y, para todo lo que podría haber pasado, no hemos llegado a las manos ni a los hechizos en nuestras constantes peleas y enfados.
Es más, hay veces que nos hemos permitido... bromear entre nosotros.
—¡Malfoy!
Esta vez deja de andar y se gira a mirarme con las manos metidas en los bolsillos y el mentón alzado, mirándome con un leve gesto entre divertido y superior. Me dieron ganas de quitárselo de una bofetada.
Cruzo la distancia entre nosotros y, para cuando llego a su lado, su perfume me golpea en la cara y hace que me maree de lo bien que huele. O sea, tampoco lo he olfateado ni nada por el estilo. Es más, me parece casi impertinente su olor.
No te puede parecer impertinente un olor.
Pues a mi el olor de Draco Malfoy me parece estúpidamente impertinente.
—¿Ibas a irte sin mi? —cuestiono, jadeando con el pecho subiéndome y bajándome como un loco después de mi carrera.
—Deberías estar ya en la biblioteca.
Ya, pero...
—Ibas a irte sin mi. Me has escuchado, me has visto y te has largado.
Bufa y comenzamos a andar os dos juntos.
—Y tú deberías estar ya en la biblioteca. Es como si hubieras llegado tarde.
—¡Tú tampoco estabas en la biblioteca!
—Pero yo soy el tutor, yo puedo llegar cuando quiera.
