Zinc

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Pasaron unas semanas y comencé a enviarte mensajes contigo. Y tú insinuaste algo que yo después acepté. Eso nunca comenzó bien. Porque yo no te conocía y tú no te diste a la tarea de conocerme. Allí estaban dos personas que no compartían gustos. Allí estaban dos personas jugando a amarse.

Cuando con el amor no se juega. Y aunque conocía muy bien esa última frase, me hice de la vista gorda. Y al principio todo son alegrías y felicidad y el principio se llenó de una cámara de ilusiones y puedes estar ardiendo mientras ves un hermoso campo de flores, de flores color zinc.

Pero no te das cuenta que ese calor que sientes es la realidad. Pero él me tomaba de la mano y quería correr entre esas flores. Y yo muchas veces tomé su mano y comencé a correr detrás de él. 

Pero una cosa es ver las flores de zinc y otra muy distinta correr entre el filo de sus pétalos.

Las flores tienen pétalos delicados que te acarician y un olor fragante pero el zinc tiene puntas que te lastiman cuando pasas cerca de ellas. Y y corrí detrás de ti y hubo muchos momentos en que me detuve por saber que no era correcto. Y cuando me detuve vi hacia abajo.

No te das cuenta de que te lastimas hasta que lo ves. Y yo vi unas líneas minúsculas. Y quizás muy en el fondo no quería darme cuenta de la magnitud del problema que esas flores ocasionarían.

Y muchas, para no decir todas las veces solemos darnos cuenta un poco antes de que sea muy tarde. 

100 colores para élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora