Bebé, el cielo está en tus ojos

I

Rubén despertó cinco minutos antes de que su despertador sonara, estaba destinado a
levantarse el viernes por la mañana, puede
haber sido una mera coincidencia, o puede
haber sido que hoy tenía esa prueba de
matemáticas la cual iba a pasar con gran
éxito.

No le gustaba alardear, (sí, en realidad
mucho), pero había sido 'el estudiante del
año' desde que llegó a la escuela privada de
Andorra en primer año, ahora estaba es su
último año de escuela, listo para graduarse
e irse a una universidad en Londres para
estudiar economía como su padre, y luego
asumir el negocio familiar.

Su padre era el director ejecutivo de la
mayor empresa de inversión en España y
su madre era la mejor abogada, se casaron
un año antes de que Rubén naciera.

Eran parte de una gran comunidad cristiana
en su ciudad, iban a la iglesia todos los
domingos, donde sus padres ran grandes
donates al igual que en su escuela lo eran,
así que se podría decir que todo lo que Rubén tenía era gracias a sus padres, y no le
importaba, le gustaba ser mimado, le
gustaba ser la envidia de sus compañeros
de clase y buscado por todas las chicas de
su escuela, el siempre permanecía fiel a su
novia Irina quien era la cuarta mejor en su
año el segundo mejor era su mejor amigo
Alejandro y el tercero mejor era su segundo mejor amigo Alexis.

Los tres tenían grandes planes para su
futuro;
graduarse en la parte superior de su clase,
irse a Londres y estudiar en Oxford.

Rubén era el estudiante e hijo perfecto, tenía
que ser perfecto en apariencia, lo único que
no le gustaba era su barriga y sus gruesos
muslos de mujer, su madre le había
contratado un entrenador personal hace un
año cuando las cosas 'se habían salido de
control' con sus hábitos alimenticios, para
ser honestos no era su culpa que el chef de
sus padres pusiera 5 tipos diferentes de
comida todos los días en la mesa.

Se levantó de la inmensa cama y fue hacia
su guardarropa, eligió una camiseta Tommy
Hilfiger cuello en V, pantalones vaqueros
ajustados y tirantes, sus zapatos variaban
de Gucci y vans y sus zapatos de vestir
formales que formaban parte de su
uniforme.

Después de haber terminado de lavarse y
vestirse, agarró su mochila y camino los dos
largos tramos de las escaleras de mármol.

Encontró a su familia ya en la mesa
esperándolo para que pudiera decir su
oración antes de comenzar a comer, se
sentó a lado de sus padres y dejó caer su
mochila a los pies de la silla antes de juntar
sus manos.

-¿Tiene algún plan para esta noche?
Pregunto su madre mirándolo desde el otro
lado de la mesa.

-Um, creo que no -Rubén contestó mientras
comía la fruta picada que le habían dado.

-Tu madre y yo saldremos esta noche -
comentó su padre.

Terminando de comer hicieron su camino al
coche que les esperaba justo afuera para
llevarlo a la escuela.

Cuando lego a la escuela no pudo evitar
sonreír porque podía sentir un montón de
ojos encima de él, ajustó su mochila y
siguió caminando, enviando algunas
sonrisas hacia un grupo de chicas.

Alejandro era muy llamativo, no tanto por su
belleza, sino por el echo de que se había
esparcido un rumor de que se había estado
acostando con un chico de la escuela
pública en la otra calle.

Había algo que Rubén no soportaba y era el
hecho de que había una escuela pública
(unas dos mil personas en un edificio de
mierda pensaba el) justo enfrente de su
prestigiada escuela.

Para empeorar las cosas su asiento estaba
junto a la ventana por lo que tenían que
ajuntar ver ese antiguo edificio, pasaba por
el todos los días para llegar al lugar donde
tenía que ser recogido por su chofer privado
y el podía decir que esa escuela era un asco.