Bebé, el cielo está en tus ojos

VII

Decir que Rubén se estaba volviendo loco
sobre el incidente con Samuel era un
eufemismo.

Todo fue cuesta abajo desde esa noche,
porque lo único que Rubén podía pensar
cuando no estaba ocupado con la tarea, era
la forma en que las manos de Samuel cayeron sobre él. Cada vez que veía a Samuel apoyado en la pared de ladrillo de su escuela cuando Ruben salía, se ruborizaba y giraba la cabeza, probablemente no significaba nada, pero Rubén todavía no podía evitar sentirse extraño a su alrededor, le molestaba un poco para ser honesto.

Tenía mucho en su mente, el baile de
invierno, los exámenes parciales , así que
Samuel era lo último que necesitaba y no quería, sobre todo porque se ponía muy extraño.

-¿Tienes todo? billetera, llaves, ¿telétono?
preguntó su mamá en la puerta mientras le
fjaba la corbata.

-Sí madre -suspiró y ella lo besó en la
mejilla, antes de entregarle el ramillete y la
flor de ojal, que le iba a poner a Irina,
tomaría su Lamborghini y conduciría hasta
el hotel.

Rubén salió de su casa a las seis ese 12 de
diciembre por la tarde, estaba pensando en
pasar un buen momento y olvidarse de todo
por un rato, escuela, futuro y Samuel. Por no
hablar de su cumpleaños que sería en dos
semanas y había planeado lanzar una fiesta
en la piscina del hotel de su tío un día antes
de su cumpleaños real, porque tenía que
estar en casa para la cena de Nochebuena.

La casa de Irina estaba a cinco minutos de
la suya en coche, las puertas se abrieron al
ver que era él y condujo todo el camino
hasta la puerta de entrada, antes de bajarse
del coche, se acercó a la puerta y llamó, el
padre de Irina lo saludó con un apretón de
manos firme y una inclinación de cabeza

-Buenas noches señor y señora -Rubén dijo
cortésmente y abrazó a su madre.

-¡Rubén ya está aquí! -su madre llamó y los
tres levantaron la mirada hacia la escalera,
donde apareció de repente. Por supuesto
que tenía que hacer una entrada, Rubén pensó para sí mismo y tomó cada fibra de su ser para no resoplar y rodar sus ojos. Llevaba un largo vestido azul que mando hacer a Jimmy Valentino.

-Te ves increíble amor -Rubén le dijo la línea
que había ensayado en el coche y luego
puso el ramillete en su muñeca cuando su
padre los filmó, luego fijo la flor de ojal y
posaron para un par de fotos. Ella subió una
de las fotos a su Instagram mientras Rubén
los llevaba hasta el hotel.

Fueron quince minutos en coche y se
pusieron en la fila detrás de las numerosas
limusinas, Ferraris y Lamborghinis,
contempló si debía o no aparcar el coche él
mismo, pero todo el mundo estaba dando
sus laves a uno de los muchos mozos que
estaban esperando.

Sus compañeros de clase estaban
caminando por la alfombra roja que rodaba
todo el camino hasta las escaleras y
condujo al interior, había un montón de
fotógrafos contratados para tomar fotos en
la entrada y Rubén se sentía bastante
importante porque podía ver gente en la
calle mirar con envidia,
Rubén se bajó del coche y se dirigió hasta la
puerta con Irina, entregándole al servicio de
aparcacoches las llaves.

-Este coche cuesta más que toda tu
existencia, cuida de él -advirtió y el chico
asintió con la cabeza, antes de que Rubén abriera la puerta de Irina y le tomara la
mano.

Caminaron hacia la entrada con sus dedos
entrelazados y brillantes sonrisas en sus
rostros. La mujer en la puerta comprobó sus
boletos y los dejó pasar con una sonrisa
tensa, obviamente falsa, Alejandro, Fargan, Alexis y Mangel (uno de los amigos de Alejandro) los esperaban en el vestíbulo.

-¡Rubius! -Fargan exclamó y levantó la
mano para tirar de Rubén en un abrazo, Irina
le lanzó una mirada confusa pero le restó
importancia, Fargan se veía raro en traje y
con su pelo en una franja.