[Capítulo 4]

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                             Elian Jones

Llevo una cucharada de cereal a mi boca mientras veo por la ventana como caen las gotas de lluvia.
    
— ¡Señor Elian!

Charlotte y Anna entran gritando. 

— ¡Salga de la cocina! — grita Charlotte.   

Charlotte y Anna han sido nuestras empleadas desde siempre, aunque para mí son como mis madres. Siempre de pequeño me acompañaban en mis travesuras, y aún lo siguen haciendo. Ambas son dos mujeres mayores, deben estar entre los 50. Charlotte es una mujer enana de piel clara y cabello rubio, mientas que Anna es una mujer morena y de cabello negro. No sabría que hacer sin ellas dos.

— ¿Por qué? — digo confundido y con la boca llena.

— Ve a tu habitación — me dice Anna más calmada que Charlotte — Tenemos visitas y estás... Así.

Me recorren arriba a abajo y niegan con la cabeza decepcionadas.

No traigo camisa por lo que se ven mis tatuajes, solo traigo un pantalón negro. Mi cabello está aún más alborotado de lo normal y en mis manos permanece el plato con cereal que me hizo Charlotte hace unos minutos.

— ¿Que tiene? — cuestiono y meto otra cucharada a mi boca — Ahorita me voy.

— Deja de hablar con la boca llena — Me regaña Charlotte — Imagínate que te vea tu madre.

— Llegaron los señores....

La puerta se abre de golpe dejando ver a mis padres y a los señores Evans, todos me miran con la boca abierta y mi madre parece querer desmayarse mientras que mi padre se pone rojo.

— ¡Elián! — me grita mi mamá.

— ¿Que? — hablo con la boca llena.

De la nada entra Paulette a la cocina y se me queda viendo fijamente. Me recorre con su mirada y puedo ver en sus ojos el deseo.

Ja, no cayó, se lanzó.

No aparta su mirada de mis abdominales, se me queda viendo tanto que su padre se de cuenta en menos de un segundo.

— ¿Que estás viendo?

Ella se sobresalta con el grito de su padre y parpadea varias veces.

— Nada — se defiende — Solo entre porque me dijiste que estarían aquí.

— Tu jovencito — mi mamá se acerca a mi y me agarra de la oreja haciendo que suelte un quejido de dolor — ¿Que son esas fachas?

— Le intentamos decir que venían los señores Evans pero entraron muy rápido—  susurra Charlotte avergonzada — Y este testarudo no salió cuando le dijimos.

La miro con mala cara.

— Vete a tu cuarto y no salgas — me dice mamá al oído. Y jalando de mi oreja hacia la puerta donde todos dan paso para que pasemos — Vete ahora.

Estoy apunto de irme caminando pero me devuelvo y me asomó en la puerta.

— Nana — me dirijo hacia Anna con el apodo que le digo desde pequeño — No termine mi cereal.

— Después te llevo tu cereal — me dice con una sonrisa — ¿Quieres algo más?

— ¿Galletitas? — cuestionó con una sonrisa inocente.

— Está bien, te haré galletas

— Gracias.

— ¿Ahora le hablas solo a Nana? — pregunto Charlotte con una ceja alzada.

Una Apuesta PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora