[Capítulo 2]

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                            Elián Jones

Acomodó mi cabello blanco delante del espejo. Escucho como tocan la puerta y me giro mirando hacia ella, camino unos cuantos pasos para abrir la puerta y darle paso a mi madre.

— Hola mamá — la saludo con un beso en la mejilla.

Sara Jones es mi madre, y... También una loca. Pero si pregunta yo jamás dije eso.

— Elián, tienes que arreglarte ese cabello — me regaña y se para de puntillas para arreglarlo ella misma — Es una fiesta importante, estará la mitad de tus compañeros y sus padres. Sabes que son gente importante, tienes que comportarte como el jovencito que eres.

Pongo los ojos en blanco.

— No haré nada ¿De acuerdo?

— Por favor no me hagas pasar vergüenza como el año pasado — súplica — ¿Como se te ocurre correr por todo el salón junto con Agus?  

— Ya te dije que esa mocosa de Evans me había agarrado mis calzones.

— ¿Y por qué te iba agarrar tus calzones? — aparece la nada el señor Rick, mi padre, con una ceja alzada.

— No quiero hablar de eso, ya, superen.

Puedo sentir mis mejillas arder ligeramente.

— Pues el hecho de que fueras tan inmaduro hizo que los Evans nos odiaran aún más — recalca.

— Sinceramente cariño — Mamá me pone una mano en mi mejilla — No creo que Paulette haya agarrado tus calzones.

Se escucha la malvada carcajada de mi hermanita de siete años  en la puerta.

— Primero muere por el olor.

— Mía, no seas así con tu hermano — la regaña mamá.

— Es la verdad.

— Te odio — el susurro con una sonrisa.

— Yo también, hermano.

— Caminen, par de mocosos — nos grita papá mientras baja las escaleras al lado de mamá.

Esto será súper aburrido...

Mi hermanita tiene un lindo y elegante vestido color rojo, igual que mi madre solo que el de ella es para una niña de su edad llena de flores, mientras voy con un traje simple pero está claro que me robaré muchas miradas.

Cuando llegamos al lugar ya hay muchas personas, logro conocer a algunas y otras simplemente no se quienes son. Están muchos de mis compañeros entre ellos Agus, le sonrió y el me sonríe. Le toca el hombro a su papá y el rápidamente levanta la cabeza y mira hacia nuestra dirección. En menos de un minuto Agus y yo ya estamos hablando mientras nuestros padres hablan de cosas de ancianos.

— ¿Como vas con el ave emplumada?— me pregunta.

— ¿Cuál ave? — pregunto confundido.

El mira para todos lados como si estuviera apunto de decirme que mató a alguien. 

— Paulette — Susurra en mi oído.

— ¿Y por qué le dices ave?

— Ese será nuestro código — me explica —. Cuando uno de nosotros la logre conquistar vamos a decir; ¡AVE VERDE SE CAYÓ DEL NIDO!

Todas las personas alrededor nos voltean a ver.

— ¡Cállate!

Agus sonríe con nerviosismo pero la sonrisa no dura nada cuando ya ambos nos han separado.

Una Apuesta PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora