Capítulo 5

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El silencio era notorio en aquellos largos pasillos, siendo apenas iluminados por los leves rayos de sol que se colaban por las ventanas, las cuales daban vista hacia el extenso reino lleno de luz y tranquilidad. Aquella arquitectura era como un museo solitario, sin ningún tipo de ruido estrepitoso acechando el aura de paz que se apreciaba.

No había nadie más, a excepción de aquel joven de hebras castañas, quien no dejaba de sollozar por lo bajo, mientras abrazaba sus rodillas como un pequeño niño buscando de su propio consuelo.

Aquel ángel se encontraba devastado desde hace días, sin poder conciliar el sueño por tan sólo un segundo. Kim Seokjin estaba desesperado, hundiéndose mentalmente en el sentimiento de culpa que se acumulaba en su interior.

Desde la desaparición de Jungkook,  su situación parecía caer en picada, llevándose la poca tranquilidad de sus pensamientos, como una ráfaga de viento incontrolable, dejándolo sin una mínima pizca de calma. Seokjin estaba exhausto y la distancia fría que había tomado su mayor desde aquel terrible día, lo hundió más en ese abismo lleno de oscuridad y silencio.

No había salido del castillo durante días y siendo honesto poco le importaba hacerlo, pues, ¿Qué razón tendría? Su única compañía era Jungkook y ahora ese ángel de hermosos ojos no estaba, había desaparecido, llevándose una parte de él que ahora se encontraba vacía y completamente rota.

Su rostro acanelado se reflejaba cansado y pálido, al igual que la delgadez tan notoria de su cuerpo debido a la falta de felicidad en su aura. Seokjin no quería sentirse de esa manera, pero incluso la distancia por parte de Kim Namjoon le quemaba, haciéndole sentir extraño y totalmente culpable por la tragedia de su ángel.

Sabía que todo se complicaría de tal manera, por lo que no dudó en encerrarse en el castillo para no tener que lidiar con los malos comentarios que se exparsían a su alrededor. Todos hablaban sobre lo mismo, siendo Seokjin el tema principal de aquellas conversaciones, pues muchos no se cansaban de reprochar al castaño como el verdadero culpable de todo.

Seokjin tan solo podía pensar en lo egoístas que eran todos en ese momento, señalándole con el dedo como si la culpa no fuera lo suficientemente notoria por su parte. ¿Era tan necesario que lo culparan por aquello? Por supuesto que no, pues desde el primer momento en que Jungkook se perdió de su vista, el castaño automáticamente se sintió responsable y el que ahora lo culparan por eso, solo empeoraba más la situación. 

Aún recordaba aquel día en el que Jungkook nació, en la primera vez que sus ojos lograron cautivarse por el brillo especial que resaltaba de los luceros del menor. Un destello de luz que le hizo ver la pureza de su alma, esa delicadeza y nobleza proveniente desde el fondo de su aura. Dicho acontecimiento fue más que impactante para Seokjin, sobre todo por la promesa que tuvo que jurarle al arcángel mayor.

Promete cuidar de Jungkook.

Esas simples palabras habían firmado su sentencia, un pacto irreversible que tenía que cumplir a toda costa, sin embargo, las cosas se habían complicado más de lo que Seokjin esperaba. No había pasado ni un año desde el nacimiento de Jungkook cuando el ángel ya se encontraba desaparecido, volando a la deriva en quién sabe qué lugar o con quién y ese simple golpe de realidad hizo que el castaño volviera a llorar.

Un llanto amargo, lleno de culpa y desesperación.

Mientras los sollozos empezaban a ser notorios por aquellos enormes pasillos, un aleteo de alas logró captar la atención de Seokjin, quien frunciendo el ceño no tardó en alzar la mirada, buscando al causante de ese ligero sonido. El castaño se quedó dubitativo, pues no esperaba ver a Namjoon a unos metros de él.

El mayor lucía sereno, a diferencia de los días anteriores en el que su rostro había permanecido frío y sin ninguna expresión. Aquel simple gesto en su semblante hizo temblar a Seokjin, pues no sabía qué tan bueno era ese cambio.

—Seokjin... — musitó el arcángel, acercándose despacio hasta donde el castaño se encontraba, quien al notar su acercamiento se abrazó a sí mismo, como si temiera por su contacto.

—¿C-cómo sabías que estaba aquí?

—Hoseok... él me dijo que podía encontrarte aquí. — susurró, inclinando su cuerpo para quedar a la altura del castaño.

—Por favor, no te acerques, no ahora, no con todo esto. — sollozó, sin tener intención alguna de mirarlo, pues no deseaba que el mayor viera su estado.

—Seokjin, cálmate, no he venido a regañarte ni mucho menos. — aclaró, importándole poco las palabras del contrario, pues Namjoon no dudó en tomar su rostro haciendo que éste por fin lo mirara a los ojos.

Cuando la mirada de Seokjin conectó con la suya, algo dentro de Namjoon se rompió. Su castaño lucía roto, con los ojos totalmente apagados a causa del llanto que llevaba desbordando desde hace días, una tristeza tan profunda y tan notoria que lo había afectado de manera indudable.

Namjoon, tragó grueso, sintiéndose totalmente débil de repente, pues al igual que Seokjin también estaba sufriendo, sintiendo la culpa de aquel caos inevitable. La situación del reino era caótica, comenzando todo por el mal en el mundo que cada día incrementaba sin parar y ahora, tras la desaparición de Jungkook las cosas se habían vuelto mucho más densas y complicadas, con pocas posibilidades de revertir aquel desastre.

—Por favor no llores Seokjin... — rogó, sintiendo sus propias lágrimas resbalar por sus mejillas.

—Todos me culpan por lo ocurrido y ahora no puedo salir sin dejar de sentirme culpable por esto. — sollozó, en un hilo de voz que apenas y pudo ser escuchado por el mayor.

Namjoon negó con la cabeza al oír eso último y tomándolo de los brazos, lo atrajo hasta su pecho, donde Seokjin terminó hundiendo su rostro, buscando un poco de consuelo en aquellos brazos tan fornidos que tanto había extrañado sentir. Siempre fueron su refugio en sus momentos de soledad y justo ahora, luego de haber permanecido lejos de Namjoon, aquel acercamiento le hizo sonreír de nuevo.

Lo había extrañado tanto y al sentir como los latidos del mayor incrementaban, supo que él también lo había sentido de esa manera.

—Oh, mi ángel lleno de nobleza y dulzura. — susurró Namjoon, tomando nuevamente su rostro para observarlo más de cerca. —Yo soy quien más te conoce a diferencia de cualquier ángel que nos rodea y sé que estos ojos tan hermosos serían incapaces de hacer daño. — los ojos de Seokjin brillaron y sus miedos parecían evaporarse de repente, siendo sustituidos por la voz tan armoniosa de su amado.

—¿En serio lo crees? — titubeó, cerrando de a poco los ojos gracias a las caricias que el arcángel dejaba en sus mejillas.

—Jamás dudaría de ti, Seokjin. — replicó sereno. —Eres mi ángel más sincero y fue algo que descubrí desde el primer momento en que llegaste a este mundo. Siempre lo supe, por eso siempre traté de protegerte y de...

—Amarme. — completó Seokjin la frase, cerrando los ojos para luego sentir la calidez de esos labios sobre los suyos, hundiéndose en ese casto beso que lo hizo reconfortarse de nuevo.

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Capítulo cortísimo, pero después se viene lo bueno, promise ^^

Angel or Devil | TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora