Uno de mis lugares favoritos del pueblo era el parque, porque era un gran espacio verde con múltiples sectores para todos los gustos. En una parte los chicos podían ir a hacer piruetas en sus bicis, en otra los más pequeños podían jugar en los juegos infantiles y en mi parte favorita podíamos tirarnos sobre el pasto a ver el pequeño lago artificial donde nadaban patitos.
Quedaban pocos días para el inicio del otoño, algunos árboles ya empezaban a teñir sus hojas de amarillo, pero los días seguían soleados y templados, por eso con los chicos aprovechábamos para andar al aire libre.
Por eso el sábado decidimos venir a este parque a disfrutar.
Desde donde nos sentamos teníamos una perfecta vista hacia "El Cerrito", otro punto interesante para el turismo en el pueblo, al igual que las sierras. El Abuelo Julián había traído unas birras fresquitas y Mati puso música en su celular, y yo no tardé en comenzar a hablar sobre Natalie:
—Entonces me dice «alguna vez me gustaría escucharte» —dije cubriéndome la cara con ambas manos—. Y no sé, le dije que sí, pero me puse colorada y caminé más rápido para llegar de una vez a mi casa.
El Abuelo se empezó a reír dándome golpecitos con su gorra y luego Mati le siguió la corriente tirándome los pedacitos de pasto que había cortado mientras conversábamos. Eran unos boludos.
—La perdimos.
—Re. —Mati tiró el último pedacito de pasto al Abuelo—. Para mí la más linda es Cami, pero Nati también lo es y no parece tan forra como Mili. —Se dirigió a mí.
—Es re buena. —Abracé mis rodillas—. Se junta con ella por Pilu, pero mucho no le cabe Milagros.
Al menos eso era lo que me había dicho en una de las tantas charlas que tuvimos yendo y volviendo de la escuela, en esos pocos días la había conocido bastante y me encantaba poder conocerla más. Pero me avergonzaba que ella me conociera más a mí, porque sabía que mientras más lo hiciera menos chances tendría de estar con ella.
Bah, ni siquiera sabía si tendría oportunidad. Al parecer a Nati solo le gustaban los chicos como el pibe de One Direction o el tipo de Crepúsculo. Tenía el mismo dilema que el Abuelo con Nacho que anda histeriqueando con la Milagros desde hace tiempo.
Al Abuelo le gustaba Nacho, y al parecer Nacho tenía algo con Milagros y no le gustaban para nada los chicos. De hecho, muchas veces lo habíamos oído ser bastante prejuicioso e insultante con las personas homosexuales. Por eso no entendía por qué el Abuelo seguía enganchado con ese pelotudo.
No sabíamos muy bien qué pensaban los demás, pero el Abuelo era bastante reservado con respecto a sus gustos y vida privada, solo lo sabíamos nosotros y algunos de sus amigos cercanos. Ni siquiera Nacho lo sabía, al menos eso creía yo.
Por suerte nadie en el curso me hacía sentir mal por ser bisexual, pero desde lo que viví con Angie, muchos empezaron a verme como un bicho raro, en parte era bueno y un poco era incómodo porque muchos quizás eran prejuiciosos al respecto, por eso había empezado a ocultar ese aspecto de mi vida con un poco de vergüenza.
¡No tenía que avergonzarme de quién era! ¡Nadie debería hacerlo! Pero, al final, terminaba haciéndolo y ocultándolo por miedo y vergüenza. Era un poco difícil ser diferente en un pueblo donde nos conocemos casi todos y todos te juzgan y hablan a tus espaldas.
Por eso no quería que Natalie supiera que me gustaba, al menos no ahora, porque no sabía si iba a aceptarme o solo se alejaría de mí. Tenía desconfianza, más sabiendo lo conservadora y religiosa que era su familia, por eso no iba a confesarle mis sentimientos tan pronto.
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Aquel último año
Teen FictionA Verónica Leiva le entusiasma empezar su último año de secundaria, su objetivo es disfrutarlo a más no poder junto a sus mejores amigos y el próximo año marcharse a la universidad para comenzar una nueva etapa. Cuando las clases están a punto de e...