El jueves había sido el mejor día de mi difícil semana porque me había reconciliado con el Abuelo y también con mi... papá. Por eso pensaba que el viernes las cosas saldrían mucho mejor, pero me equivoqué: los problemas comenzaron desde temprano.
Eran casi las ocho de la mañana cuando llegué a la escuela y me encontré con Mati. Él estaba apoyado en la pared del pasillo esperando a que tocara el timbre para formarnos, en eso, noté su mirada y en vez de sonreírme como siempre, vi como se quedó serio.
—¿Todo bien, Mati? —Sonreí tratando de no alarmarme.
—Sí, sí... ¿Vos? —indagó con la misma cara de preocupación—. ¿No sabes qué pasó?
—No, ¿qué pasó? —Mi cara cambió por completo. Sin dudas había algo que molestaba a Mati y de seguro eso me involucraba a mí también.
Matías sacó su celular y se concentró a buscar algo, sólo podía ver la luz blanca de su pantalla reflejándose en él. Cuando por fin encontró lo que buscaba me miró con los ojos bien abiertos y la frente arrugada, dio vuelta su celular y pude leer lo que había en pantalla.
Era Facebook, más precisamente una página con mi foto como principal en su perfil; «odiamos a la p.u.t.a de Vero Leiva» leí y me quedé con la boca abierta viéndola. En las publicaciones había más fotos mías con insultos e inventos sobre mí. Entre todas esas fotos había una que me habían sacado en el aula.
«Parece una mosquita muerta, pero es una roba hombres» decía la desagradable descripción, fruncí el ceño y noté que esa foto la habían sacado desde los asientos de adelante del aula, más precisamente donde se sentaban Mili y su grupo.
Tragué saliva y luego mordí con fuerza debido a la rabia que me hacían sentir. Ya sabía quién era la responsable de esa página; entonces, a pesar de que el timbre sonó, fui hasta el aula donde la encontré con las manos en la masa: con una tiza en sus manos aún y un escrito en el pizarrón, «Vero Leiva puta».
—¡Sos insoportable! —despotriqué sobre su cara—. ¡Mirá lo que hacés! Todo porque me trancé a Nacho, que ni bola te da. ¡Sos pelotuda!
—¡Vos sos una insoportable! —Me respondió e intentó empujarme.
—Che, no. —Mati se interpuso—. Esto se lo vamos a mostrar al preceptor. —Señaló el pizarrón con el pulgar.
—¡No! —dijo y fue a buscar el borrador—. ¡Al prece no le van a decir nada!
Mati alcanzó el borrador antes que ella y luego la obligó a salir del aula. De inmediato fui a buscar al prece que para mi suerte estaba cerca haciendo salir de sus aulas a los que pretendían quedarse muy cómodos en sus asientos, mientras que el resto formaba durante el izamiento de la bandera.
—¡Prece! Puede venir. —Llamé y volví al aula—. Milagros Schwartz escribió esto y también hizo una página en Facebook para insultarme. —Por fin la acusé.
Sergio, el preceptor, miró el escrito con tiza blanca sobre el pizarrón. Con decepción negó con la cabeza y salió del aula invitándonos a ir a formar. Suspiré un poco aliviada, aunque por dentro quería ver el mundo arder. ¡Necesitaba ver como regañaban a Milagros por hacerme la vida imposible!
¡Hizo una página! ¡Subió fotos mías con insultos! Ella se había ensañado conmigo, me odiaba y con todo lo que me estaba haciendo comenzaba a odiarla también.
Cuando fuimos a formar, seguí apretando los puños con enojo mientras la miraba riéndose con sus amigas, entre ellas, Natalie...
¿Ella sabía lo de la página?
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Aquel último año
Novela JuvenilA Verónica Leiva le entusiasma empezar su último año de secundaria, su objetivo es disfrutarlo a más no poder junto a sus mejores amigos y el próximo año marcharse a la universidad para comenzar una nueva etapa. Cuando las clases están a punto de e...