Víctor y Sebastián

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Cerca de las ocho de la mañana, Víctor se encuentra en la habitación de Sebastián preparando sus cosas para volver a Capiatá, apuntando a la posibilidad de, finalmente, volver a encontrarse con Cristhian.

-El hombre de la sonrisa invertida es un presagio que hice cuatro años atrás, quien sea que haya sido Cristhian, ya no existe dentro de él- dice Víctor mientras guarda una campera en su mochila  –Es las peores creencias populares de este país, la ingeniería inversa de la narrativa de las historias. Yo escribí el principio, así que yo soy quien va a escribir el final, ya sea que deba morir con él y acompañarle al infierno, para asegurarme de que no vuelva nunca.

Sebastián permanece sentado en su cama, y solamente lo mira mientras camina hasta el otro extremo del dormitorio, para desenchufar su teléfono y guardar el cargador también en su mochila. Una vez tiene listas sus cosas, Víctor se sienta en una silla para que ambos estén de frente, y así poder despedirse.

-Esta debería ser la mejor etapa de tu vida, tendrías que salir y tener amigos, y parece luego que te esmerás por hacer todo lo contrario…

-Tenía amigos -interrumpe Víctor fríamente- y él le mató a casi todos, el resto está ahora mismo en Capiatá, y por eso voy a ir a protegerles.

-¿Y si no podés? -cuestiona Sebas, sacando a la conversación un argumento que había evitado por mucho tiempo.

Víctor se pausa y lo mira consternado.
-¿Y si no podés, Víctor? -repite armándose de valor- Capaz y la última vez tuviste suerte, pero aun así te hizo daños físicos de los que todavía te estás recuperando, apenas y tenés estado. Si es tan real como decís… por qué pensás que vas a poder con él
Víctor sigue mirándolo, algo ofendido y esperando que continúe.

-Mirá -dice Sebas para continuar – Dejame ir contigo al menos, yo puedo…

-La última vez que la policía intentó hacerse cargo desapareció una patrulla entera -interrumpe Víctor, luego suspira y se toma un momento, hasta que al fin se atreve a soltarse y apelar por ser honesto- …y bueno, es cierto, tenés razón, pasé los últimos años escondiéndome de la gente, porque me convencí de que mi vida terminó ese día, y simplemente no pude seguir adelante sabiendo que él estaba ahí fuera, persiguiendo a otros como me persiguió a mí… -se toma un momento para contener el nudo en su garganta, mientras sus ojos brillan rogándole a Sebastián que le comprenda- …realmente, yo realmente, te juro… -se vuelve a tomar otro momento, y antes de que Sebas intente acercarse, se fuerza a continuar- hubiera querido saber disfrutar de mi vida, del colegio y creeme que traté pero lo que me hizo él no dejó de perseguirme nunca, y si no puedo ser quien le detenga, si me equivoco y él es quien termine lo que comenzó, descansar de lo que siento, tampoco me pinta mal después de todo. Hace rato me dijiste que tuve la suerte que muchos hubieran querido, pero tal vez hubiera sido fácil si todo se acabara de una vez.

-Diossss – responde Sebastián después de un suspiro, se toma de las piernas conteniendo sus emociones y luego trata de resignarse y ofrecer su apoyo.

-Dejame ir contigo, solo eso, vamos  a ir y si algo sale mal, te consigo policías lo más rápido posible.

-Sebas, vos ahora estás acá, y sos lo única vez que pude abrirme a algo luego de Christian -responde Víctor para pedirle que se quede- y quise estar simplemente bien contigo y lamento no poder, pero al menos no voy a dejarte cargar con lo mismo que yo, eso es lo mejor que puedo darte.

Permanecen en silencio, Víctor se muestra plenamente vulnerable y a pesar de que Sebastián lo entiende, en su cabeza no concilia la posibilidad de abandonarle, como una decisión preestablecida.

-¿Y si ya no está? ¿Y si se murió después de lo que sufrió ese día? -pregunta en un último intento para convencerle de que desista.

Pero Víctor le mira teniendo la respuesta en la punta de la lengua.

-Le vi reírse del dolor, sin dudar en seguir atacando. El país entero se conmovió con lo que pasó ese día, hicieron ruido, le buscaron por todas partes, demolieron mi casa, los vecinos que pudieron se mudaron del barrio. Y él se escondió, esperando que pase todo, para volver. Ahora el gobierno y la prensa se olvidaron de las víctimas, y yo pasé cada aniversario, o resignándome a que iba a volver para matarme donde sea que esté escondido, o esperando para defenderme. Pero no hubo un año más ideal como éste, nunca le sentí tan real como ahora, cuando el panorama vuelve a estar silencioso y vulnerable, como lo estuvo ese 01 de octubre.

Víctor mira el día por la ventana, y procesa que de forma inevitable el camino que está tomando, lo llevará nuevamente a enfrentarse cara a cara, con el peor de los males.

II/XDonde viven las historias. Descúbrelo ahora