Cap. 4: "Todo mal"

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Decidí ir a la playa en el momento en el que abrí mis ojos. Era más pronto de lo que me había acostumbrado a levantarme durante el verano, pero me dije a mi misma que debía empezar a adaptarme para el comienzo del curso.

Me puse una sudadera ancha, cogí mis cascos, el libro que estaba leyendo, y salí de casa.

Siempre que salía de casa, relajaba todas las tensiones que había estado acumulando. Era hipersensible a la presencia de Lucas y mientras supiese que estaba compartiendo espacio con él, no podía evitar estar alerta.

Tenía la esperanza de que se me pasase pronto la tontería.

Cuando llegué a mi destino, lo primero que hice fue respirar hondo, dejando esa bocanada de aire fresco de por la mañana entrar a mis pulmones y llenarlos. Me sentí mejor al instante.

Por desgracia, fue nada más que un instante.

Algo me dio un golpe en el costado y acabé de culo en el suelo mientras veía como una chica salía casi disparada de su bicicleta.

Menuda hostia.

Me quedé paralizada un segundo, viendo cómo la chica paraba la caída con sus manos y rodillas, para después levantarse deprisa.

— ¿¡Qué te pasa!? — me gritó mientras se sacudía las piedrecitas del suelo que habían quedado en su ropa. Yo seguía en la posición en la que me había caído.— ¿¡Por qué te paras así en el carril bici!?

Ay va. Pues tenía yo la culpa. Pero: 1) nadie en su vida me grita de esa manera, y 2) ¿por qué no me había visto ella antes de estamparse contra mí?

Me levanté del suelo mientras ella reincorporaba su bicicleta.

— ¿A ver si te calmas, eh? No me había dado cuenta de que estaba parada en el carril bici, pero tú no parecías muy atenta.— señalé el móvil en el suelo. Antes de que se le cayera había alcanzado ver que lo tenía sujeto en la mano.

Ella lo recogió rápidamente del suelo para comprobar si tenía algún daño.

— No sé si lo sabes pero eso es un delito contra la circulación vial.— dije con confianza cruzando los brazos.

La verdad es que no tenía ni idea de ninguna ley sobre la circulación vial, pero a veces me defendía de las maneras más extrañas. Pareció servir porque la chica bufó mirándome con el ceño fruncido. Luego se subió a su bici y siguió su camino, murmurando insultos que no llegué a oír.

Qué mala vibra.

Vaya manera de estropearme la mañana.

Sacudí mi cabeza en un intento de dejar de pensar en lo que había ocurrido. Me quité los zapatos para (por fin) tocar la arena. Me acerqué hasta la orilla y mojé mis pies. El agua estaba helada, pero no me importó en absoluto. Fue en ese momento cuando mi móvil comenzó a vibrar.

*Videollamada entrante de Aishaaa🦊*

Le di a aceptar y la cara de mi hermana apareció con expresión confundida. Me llamaba desde el veterinario donde trabajaba.

¿Qué haces despierta a estas horas? — preguntó.

— ¿Me estás diciendo que me has llamado sin saber que estaba despierta? ¡Podrías haberme despertado!

Ella me dirigió una mirada indiferente.

Era por una buena causa. Estoy aburrida. — dijo poniendo los ojos en blanco. Cuando la imité, se quedó en silencio un segundo.— ¿Eso que oigo son las olas del mar?

𝑰𝒏𝒆𝒓𝒄𝒊𝒂 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora