01 ━ Treehouse.

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Debo recalcar que en esta historia Harry y Lisa, o sea, los padres de Sal y Larry no acabarán casados, solo serán amigos porque si no todo sería raro. ¿Se entiende, no?

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Estaba sentada como de costumbre sobre aquella madera que crugía fácilmente ante el peso sobre esta.

Hacia frio, se notaba que el invierno había llegado, sobretodo por la nieve que cubría el suelo de afuera. Por suerte yo llevaba una sudadera que me daba el calor suficiente como para mantenerme en esa acogedora casita del árbol.

Desde que mi padre desapareció todo estaba mucho más desolado. Me sentía sola a pesar de que mamá y Larry trataban de consolarme. Sabía que ellos lo habían pasado mal también y trataban de seguir adelante, pero yo simplemente no podía. Les admiraba y envidiaba por eso.

El único recuerdo que me quedaba de mi padre era esa casa del árbol, llena de todas sus cosas que ni siquiera se precipitó en recoger. No entendía el por que de su ida.

Escuchaba la música salir de mis auriculares, una música relajante a mi parecer que me hacía sentir calmada y nostálgica. Mientras estaba tan centrada en escuchar música, pude escuchar unos pasos fuera. No muy segura de lo que había escuchado me quité mis auriculares y preste atención.

— ¿Hola? ¿Hay alguien? — dijo un tono de voz suave que no reconocí.

No sabía quién era ni por qué estaba ahí, pero le resté importancia y continué con lo que estaba haciendo. Sin embargo, otro grito volvió a desconcentrarme.

— ¡Acabo de mudarme a los apartamentos con mi padre y me estoy presentando a los vecinos! ¡Lisa me dijo que viniera!

¿En serio mi madre estaba tan desesperada en que hiciera amigos?

Sabía que una parte de ella quería ser amable y que tanto Larry como yo conocieramos a los nuevos vecinos, pero también la conocía lo suficiente como para saber que trataba de sacarme de la casa para que hiciera amigos.

Solté un suspiro pesado y dejé mi móvil en el suelo, para después girarme y mirar hacia la ventana. Pude ver la silueta de un chico que tenía más o menos mi edad mirando a los alrededores. Pelo azul recogido en dos coletas, una camiseta lisa de color negro y unos pantalones vaqueros rotos. Era lindo, pero no podía ver su cara debido a aquella máscara sobre su rostro.

Cuando nuestras miradas conectaron lo noté exaltarse y le hice gestos para que se acercara a la casa del árbol. El chico asintió y unos segundos después pude verle saludarme desde el hueco con las escaleras.

—Puedes subir si quieres. — dije para después volver a sentarme en mi sitio. Como esperaba, el chico me hizo caso y subió a la acogedora casa, echándole un vistazo.

Se sentó a mi lado y hubo un silencio incómodo hasta que él decidió hablar.

— Ey.

— Hola. — respondí con indiferencia, evitando contacto visual con él a toda costa.

— Eh... Quería venir a presentarme. Soy Sal, vivo en el 402 con mi padre. Aunque también me llaman Sally Face.

— ¿Sally Face?

— Sí, bueno. Un mote molesto que me ponían por mi rostro. —respondió tratando de desviar el tema, yo asentí.

— Como sea, encantada. Soy... T/N. — dije ahora sí, mirándole a los ojos. Le miré de arriba a abajo, inspeccionando cada parte de él e inconscientemente mi vista se posó en su rostro.

— Linda máscara.

— Es una prótesis. — respondió con lo que parecía ser una sonrisa en su rostro. No podía verlo, pero era la impresión que me daba al ver sus ojos entrecerrados.

Mi mente se congeló y sentí mis mejillas colorearse.

— Ah... Oh, lo siento. — me precipité a decir avergonzada. Sal negó con la cabeza.

— Está bien. ¿Sabes? Te pareces a tu hermano.

— ¿Has hablado con él? — asintió — no me extraña.

Tras decir eso, un incómodo silencio volvió a surgir. Pensé en pedirle a Sal que se fuera pero no quería parecer una borde o antisocial. También quería hacerle el favor a mi madre.

— ¿Por qué estás aquí? — dijo de pronto, sacándome de mis pensamientos.

— ¿Qué? ¿A qué viene eso? ¿Por qué no debería estar aquí?

— Me refiero a que tu hermano me ha dicho que siempre estás aquí, parecía preocupado. Así que no creo que vengas aquí solo porque quieres.

Fruncí el ceño. Odiaba que le gente se entrometiera en cosas ajenas.

— No te importa de todos modos.

Sal respiró profundo y se encogió de hombros. Seguido se puso de pie y sacudió su camiseta.

— Me iré ya. Aún me quedan personas con las que hablar.

Algo confundida, asentí con la cabeza sin decir nada y observé cómo el peliazul bajaba por las escaleras.

Arrugue mi nariz por disgusto, pero no por la conversación que había tenido con el chico, si no por el vacío que sentí al ver que se alejaba desde la distancia.

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𝙏𝙍𝙀𝙀𝙃𝙊𝙐𝙎𝙀 || 𝙎𝙖𝙡 𝙁𝙞𝙨𝙝𝙚𝙧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora