𝙏𝙍𝙀𝙀𝙃𝙊𝙐𝙎𝙀 || 𝙎𝙖𝙡 𝙁𝙞𝙨𝙝𝙚𝙧

03 ━ bully

« Except you. You can stay. »

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— Travis, déjame en paz. En serio. — dije algo molesta por el agarre de este en mi camiseta.

Me había acorralado contra las taquillas de manera agresiva, no se le veía para nada feliz.

— No te voy a dejar escapar después de haberme dejado en ridículo en clase.

— Y yo no me iba a quedar callada si me insultabas. ¡Eh, detente! — exclamé al notar que me apretaba con más fuerza los brazos, clavándome sus uñas en el proceso.

— ¡Dije que te quedes callada o voy a golpearte!

— ¿En serio lo harás? ¿Te sentirás mejor después de eso? — Travis suavizó el agarre y relajó su mirada ante mis palabras. Al parecer habían hecho efecto en él.

— Zorra... — murmuró con rabia, haciendo que me hirviera la sangre. Sentí mi cara enrojecer de la ira y por inercia le escupí, manchando su cara.

Fue entonces cuando me di cuenta de lo que acababa de hacer, y Travis sin pensarlo demasiado golpeó mi rostro con fuerza para después tirarme al suelo.

Me lo tenía merecido y tampoco era la primera vez. Seguramente parece extraño que no se lo dijera a nadie, ni siquiera a Larry, pero no quería preocuparle y mucho menos hacer que se metiera en problemas. Si le decía algo a Travis podía salir herido y después él vendría a por mí. Aunque conozco a mi hermano, no haría daño ni a una mosca.

— Tal vez así aprendes a ser más respetuosa. Casi siento pena por tí. — dijo el rubio y después se marchó malhumorado. Yo me levanté con cuidado y limpié la sangre que caía de mi labio. Travis me lo había partido y me ardía mucho.

Ni siquiera le di importancia así que recogí mi mochila para guardarla en el casillero, entonces unas voces me distrajeron.

— ¡T/N! ¡¿Estás bien?!

— ¡Te golpeó muy fuerte!

— Menudo bruto...

Eran tres chicas de mi clase. Aún no les ponía cara ni nombre porque nunca le prestaba atención a los demás, pero igualmente siempre estaban preocupadas por mí y me intentaban defender de Travis. Tampoco lo necesitaba.

— Sí, estoy bien. Pueden irse.

— Pero te está sangrando el labio... — dijo una de ellas y bufé con molestia.

— De verdad, no hace falta... Gracias.

— ¿Segura de que no quieres ir a la enfermería?

— ¿O avisar a un profesor?

Y ahí estaban.

Otra de las razones por las que quería evitar problemas. Me estresaba tener que estar rodeada de gente molesta que no hacia más que preguntas o insistir, sobretodo cuando ya había dicho que no necesitaba ayuda.

Puede parecer egoísta. Puedes pensar:

"oh, pero si solo intentan ayudar..."

Y es cierto, pero yo nunca pedí ayuda. Era agobiante.

— Dije que no. — gruñí con molestia para después cerrar mi taquilla de un golpe. Después caminé lo más rápido que pude hacia el aula de ciencias porque ahí era donde Larry y los demás pasaban la mayor parte de tiempo.

Algo que me sorprendió fue encontrarme al chico nuevo de los apartamentos en medio del pasillo. Estaba frente a la sala del director que probablemente preparaba su matrícula.

— ¿T/N?

Sentí el impulso de seguir caminando e ignorarle pero no lo hice y me giré para mirarle.

— Ah, hola.

— ¿Qué te pasó?

— ¿Qué? ¿No deberías preocuparte por tu matrícula de ingreso? — él se encogió de hombros.

—;Estoy esperando a que el director me avise para pasar y me diga cuál es mi aula. De momento respóndeme.

— Estoy perfectamente.

— ¿Tener el labio partido y la mejilla roja significa que estás bien?

"¿Tanto se nota?"

— ¿Por qué te importa? Un niño me golpeó con su pelota sin querer, eso es todo.

— Me preocupo porque eres mi amiga. Y dudo que un balón pueda hacerte sangrar así.

"¿Desde cuándo soy su amiga?"

Pensé en soltar otra mentira para librarme de él como suelo hacer usualmente, pero esta vez fue diferente. Mi voz salió sola y ni siquiera me dió tiempo a pensar.

— Es un chico de mi clase. Pero no es nada nuevo así que...

— ¿Qué? Un momento, ¿Larry sabe de esto? - negué con la cabeza.

— Eres el único.

El peliazul se quedó en silencio y me arrepentí de haber hablado. Si se lo contaba a Larry mi plan se fastidiaria y tampoco quería preocuparle.

— Deberías pedir hielo en la enfermería para que no se inflame la herida. Lo digo por experiencia.

— Sí... T-tienes razón. — me molestaba darle la razón pero era como si las palabras salieran de mi boca inconscientemente.

— ¿Sabes por qué te molesta?

— No. No lo sé, no le hice nada. Empezó a burlarse de mí y como yo no me dejaba molestar tomó medidas diferentes.

Sentí algo de pena en sus ojos y desvié la mirada incómoda. Tendría que haberme quedado callada.

Entonces, Sal volvió a hablar interrumpiendo mis pensamientos.

— ¿Te parece bien esperar conmigo a que el director me llame y luego vamos juntos a la enfermería?

Me pareció una propuesta extraña. No me solía gustar tener a gente alrededor, era lo que más odiaba. Incluso si estaban callados o no, simplemente no quería tenerlos cerca.

Pero por alguna razón mi mente quedó en blanco y solo asentí con la cabeza.

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