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Soy Jessabeth Mondragón, tengo 15 años y acabo de mudarme a un aburrido pueblo llamado "Denver" ¿Por qué? Porque es un castigo de mi madre, resulta que soy un poco problemática, no lo niego puedo ser un dolor de h***s, pero no me agrada la gente, así que en mi última escuela le rompí el brazo a un idiota, por accidente, claro y bueno, terminé aquí... Con el hermano de mi madre, mí tío blake y sus dos hijos Finney y Gwen, en realidad tiene años que no los veo, pero no me desagradaban y dudo que lo hagan ahora.

Llegué a la dirección que me dió mi madre y toque la puerta, después de unos segundos la abrió un chico

-Finney?-

-no puede ser, ¿Jessabeth?- respondió el para después abrazarme

-Dios, cuánto tiempo, la última vez que te vi estabas así - dije simulando una estatura por debajo de mi pecho

-ni hablar de tí, haz cambiado, te ves genial, pero pasa por favor, estábamos esperándote- dijo haciéndose a un lado

Entré y caminé un poco hasta encontrarme con mi tío y Gwen en el comedor

-Hola tío, Hola prima- dije para hacerme notar

-Hola Jess- respondió Gwen con una voz a penas audible

-Hola Jessabeth, Finney muéstrale su cuarto- habló mí tío con algo de desinterés, joder que gran bienvenida
Finney me hizo una seña para que lo siguiera y así lo hice, abrió una puerta y entramos los dos

-Lamento eso Jess, mi padre es algo especial, bueno, si quieres estar aquí sin problemas debes ser muy muy silenciosa, el no tolera el ruido, mientras tú estés en tus cosas y respetes el silencio prácticamente te ignorará-

-Descuida Finn, tampoco me encanta el ruido-

-y con tu cuarto, puedes hacer lo que quieras-

-te lo agradezco- escuché unos pasos subir por la escalera, después entró Gwen y se abalanzó sobre mi

-Jess, me da mucho gusto que estés aquí, perdón por no poder saludarte bien hace un rato-

-descuida, Finn ya me lo explicó - respondí tranquilzandola

Estuvimos un buen rato platicando sobre todo lo que había pasado estos años hasta que llegó la hora de dormir, por lo que dijeron, también la puntualidad es vital aquí así que solo acomodé mi ropa en el armario, preparé lo que iba a ponerme mañana ya que iría a la misma escuela que mis primos (aunque me parecía inútil ir un viernes a la escuela) y caí dormida.

Tocaron a la puerta y entró Finn
-Jess, arréglate tienes 20 minutos- dijo para después salir

-carajo, necesitaré un despertador- dije estirandome hasta tronar algunos huesos y comencé a vestirme, nada especial una blusa de tirantes negra, un mom jean y unos converse, en realidad casi toda mi ropa era así, tomé mi mochila con mi carpeta y salí, la entrada era a las 8 y faltaban solo quince minutos para eso

-lo siento Jess, hoy no desayunaras- dijo Gwen tomando mi mano y llevándome afuera donde ya estába Finn esperando, comenzamos a caminar o mejor dicho correr, hasta llegar a la escuela, a penas entramos un minuto antes y mis primos me abandonaron para ir a sus clases, genial, estoy perdida en la escuela de un pueblo fantasma, yo era un año mayor que Finn así que no comparto clase con el; me las arreglé para llegar al salón de química y toque la puerta

-¿puedo pasar?-

-oh, debes ser la nueva estudiante, pasa y preséntate, estamos por comenzar- habló la profesora con entusiasmo y ahora me tocaba presentarme inútilmente con personas que probablemente no recordarían mi nombre en unas horas

-Soy Jessabeth Mondragón y soy de México - dije y miré a la maestra esperando que fuera suficiente para ir a sentarme ya

-bien, siéntate en dónde quieras- respondió a lo que yo agradecí, elegí uno de los lugares de atrás y tomé asiento, traté de prestar atención a toda la clase sin embargo, una mirada pesada detrás de mí no me dejaba concentrarme lo suficiente, exactamente un lugar atrás a la izquierda de mi, un chico con largo y esponjado cabello rubio no me quitaba la vista de encima hasta que yo volteaba y el la desviaba, parecía el típico brabucón, pero no importa, se defenderme.

Por fin terminó la clase, tenía dos más y yo ya estaba que me desmayaba del hambre así que decidí ir a buscar algo para comer, después pondría la escusa de que soy nueva y no encontraba el aula
Por fin encontré un lugar y ahí estaba el chico de cabello rubio pidiendo unas papas que inundó con salsa picante, se me antojaron así que pedí lo mismo, ambos hicimos como que ignoramos nuestra existencia y seguimos nuestro camino hasta que recordé dos pequeños detalles, primero no podía entrar al salón con comida y segundo realmente ni siquiera se en dónde está el estúpido salón

-carajo, ¡Oye!- grité mientras corría hacia el tipo rubio aunque no se si fue una buena idea, no se detuvo pero bajo su velocidad hasta que lo alcancé -¿Sabes en dónde está el salón de matemáticas? -
-¿me viste cara de mapa?- respondió mientras metía una papa a su boca
-tal vez, ¿Sabes o no?- hablé tratando de sonar lo más amable posible
-si, se dónde es- dijo sin importancia
-¿Te molestaría indicarme el camino?-
-¿Y yo qué gano?- habló con una pizca de perversión en su voz
-ayudar a una pobre alma en pena- respondí poniendo una mano en mi pecho haciéndome la sufrida, una sonrisa se posó en sus labios pero en seguida regresó a su rostro serio
-que pésima paga, suerte nueva- dijo volviendo a su paso acelerado, oh pero claro que no lo iba a dejar tranquilo, seguí a su lado por unos minutos mientras comía de mis papas
-carajo, ¿Te acabo de conocer y no puedes vivir sin mi? ¿Sabes que hay mucho espacio para caminar?- dijo y se detuvo en seco con una sonrisa que parecía más una mueca de estés por mi presencia
-si, lo sé - dije restándole importancia
- ¿Y qué carajos haces siguiéndome?-
-bueno, cómo no puedo encontrar mi salón, me quedaré contigo el resto de la hora-
El chico suspiro rendido y continuó caminando hasta que entramos a la escuela, nos detuvimos en frente de una puerta y yo lo miré esperando que hablara
-este es tú salón, ahora deja de seguirme- dijo para después darme la espalda
-Gracias rubio-
-no me digas así - habló en respuesta sin detener su paso
-entonces ¿Cómo te digo?- cuestioné
-Hopper- dijo, me miró por un segundo con una sonrisa coqueta y continuó su camino, este tipo me parece súper bipolar
Pasaron dos clases y por fin llegó la hora de receso, gracias a los dioses, seguramente todo el salón escuchó mi estómago gruñir, salí y caminé entre la multitud de niños con cara de idiotas viéndome, ¿Qué? ¿Tengo algo en la cara? Después de un rato llegué al patio, escuché que alguien se acercaba atrás mí, nada más y nada menos que hopper
-¿eres imbécil?-
Sinceramente me esperaba cualquier cosa menos que dijera eso
-¿Disculpa?- respondí
-¿tu sentido del tacto es tan pobre?- posó su mano en mi espalda y me mostró una hoja que estaba pegada en ella, decía cosas no muy lindas, no voy a especificar pero una decía algo sobre mi país y obviamente eso no se va a quedar así...

Vance Hopper // El Teléfono Negro// The Black PhoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora